El hilo rojo

in #spanish6 years ago

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No era la primera vez que se veían, antes, ya ella le había sido presentada, recordaba incontables ocasiones en las que curiosamente de una u otra manera su vida había cursado con extrema delicadeza el sendero que ella solía manipular. Claro, las otras veces fue una simple espectadora, observando con letargo cada uno de sus movimientos, cuidadosos, detallados, se consideraba una experta en la materia, aunque, nadie sabe lo que es capaz de hacer hasta el momento en el que llega la oportunidad de enfrentarle.

Un hilo rojo brillante que nublaba todos sus sentidos rozaba el piso con elegancia, tiñendo el matiz grisáceo con un bello color rubí. La vida a su alrededor no le parecía importante, no existía nada más que la fibra que se desprendía del cuerpo tendido a unos metros. El flujo contante de sangre mantenía un delgado filamento que se esparcía con rapidez sobre el suelo, resbalando calle abajo.

Podía verle, si a ella, justo sobre un montículo de piedras al otro lado de la acera, tirando con firmeza del hilo de sangre, no sabía cómo reaccionar, costaba pensar en algo distinto a la percepción de la muerte frente a ella cobrando la vida de un hombre inocente, alguien a quien no conocía, y que sin pensarlo dos veces recibió por ella una bala en la cabeza.

Si fuese un poco más supersticiosa podría jurar que sentía la mirada de la muerte en su cuello, algo en su interior le decía que tenía que mover sus músculos, reaccionar de otra manera, tratar de salvarle, llamar una ambulancia, hacer algo que pudiera hacerle sentir que había reaccionado como siempre lo conjugaba en su imaginación, como una verdadera heroína. Pero en el momento de la verdad se había quedado helada como el hielo, clavada en pavimento con el infierno resurgiendo a su alrededor.


Cuando comenzó a volver en sí pudo oír el rugido de la multitud, pudo distinguir el cántico que pedía libertad y reconoció también el sonido de la tristeza, un grito, si, un solo grito en singular, le pareció un ruido ensordecedor y ahora solo lograba desear que parase, que el ruido se detuviese; cerro los ojos y se dio cuenta de que el grito provenía de ella, su garganta estaba seca y no lograba modular, solo gritaba con más fuerza de la que poseía todo su cuerpo.

Alguien la sujeto por la espalda y comenzó a tironearle la camisa, su cuerpo no reaccionaba, solo podía sentir la penetrante mirada de ella en su espalda, recordándole que solo estaba de pie por un error de cálculo, abrió los ojos y lo último que vio antes de caer fueron los ojos del hombre que le miraban, perdiendo el brillo tan particular de la existencia.

La persona que trataba de ayudarle le soltó y huyo, como cualquier persona normal haría, no le culpaba, jamás podría, era puro instinto de supervivencia, algo que a pesar jactarse tantas veces de él, ahora podía notar que no poseía.

La multitud se volvió hacía ella corriendo tanto como su cuerpo les permitía, empujándole, le pareció una eternidad el segundo en el que el hombre terminaba de morir, con sus ojos fijos en ella, recordándole que no se puede escapar de la muerte durante mucho tiempo. Cerró los ojos y cayó al piso, siendo aplastada por la muchedumbre que huía de las detonaciones.

Lo último que percibió fue la sonrisa de la muerte mientras cargaba su alma. Pasó de vivir a ser solo un número más para las estadísticas; una joven más cobrada por una lucha que parecía no tener fin. No opuso más resistencia y se dejó llevar, rezando una última vez por la nación que le dio y le quito lo más importante; la vida.

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