El mundo está lleno de palabras innecesarias, de frases inútiles, conversaciones carentes de todo sentido y propósito, pero por sobre todo, discusiones absurdas, burdas y ridículas.

Un montón de palabras malgastadas al igual que el tiempo que se pierde, que nunca volverá y que por ingenuidad se cree estar llevando la batalla de su vida, cuando es todo lo contrario y no es más que otro despropósito que se suma a la lista.

En silencio, me causa ternura ver como desperdician las palabras y el tiempo que se les fueron asignados a su vida, en sus caras es evidente la convicción con la que vociferan y quieren llevarse a todos por delante sin pedir permiso, a su nombre desatarían guerras, una tras otra, hasta hacerse dueños de la razón.

No tengo ningún tipo de aprecio por la diplomacia ni las relaciones públicas, son una total pérdida de tiempo, retrasa y minimiza la honestidad y en ocasiones se obvian las palabras que realmente deben ser dichas. Un protocolo social con el que todos se sienten cómodos mintiéndose unos a otros

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