Un día de voleibol y amor.

Recuerdo tener 14 años, un joven inquieto como muchos otros, ya la camaradería con Alexander iba alejándose un poco de las metras el trompo y la bicicleta; una vez nos gustaban unas chicas de la zona y eran hermanas pues buscábamos la forma en todo momento de ir hasta su casa.

A veces pasaba de las 10 de la noche, nos corría su padre, a decir verdad éramos un poco tímidos no eran nuestras novias pero había algo de magia en el compartir, comíamos helados, galletas; para esos días no existían los selfies, ni mensajes de textos, era solo esperar la tarde para llegar a verlas, pero en ese compartir teníamos que inventarnos una diferentes para engañarnos a nosotros mismos porque todos los adultos sabían lo que pasaba y estábamos en constante supervisión, como estrategia se nos ocurre para salir un poco del monitoreo inventarnos unas prácticas de Voleibol.

Alexander se consigue unos balones, uniformes y hasta la malla al llegar a la cancha éramos los más queridos, entre lo pocos que jugamos por ser los más chicos la pasamos bien. Como recuerdo chistoso ya casi para irnos me meten a jugar, no duré ni 5 minutos cuando en un salto para tratar de alcanzar el balón lo cual logre salvar pero la caída no fue nada favorable todo el peso de mi cuerpo cayó sobre mi brazo fracturándolo, entre el dolor, lágrimas contenidas y pena, Alexander toma mi brazo y empezamos a correr hasta la casa, se nos olvidó todo lo que teníamos en la cancha (lo guardaron los más grandes) y yo termine con un yeso por más de 6 meses.

Aquellos recuerdos de siempre...

Me despido dándole las gracias por aceptarme como uno de ustedes y esto es solo un abre boca de tantas cosas y anécdotas que les pudiera contar de mis días, hay quien dice que si me pusiera a contar mi vida pudiera escribir un libro que tengo más historias que condorito, jejeje….

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