Miseria de la prosperidad

Acabo de terminar este libro de Pascal Bruckner. El estilo de escritura de Bruckner me ha resultado bastante disfrutable por veces, ya que recurre a imágenes poéticas constantemente y a una emotividad personal que transmite las ideas no sólo teóricas o fácticas sino también subjetivas, y es que últimamente huyo de las racionalizaciones positivistamente ingenuas. Como seres irracionales que somos, es necesario abordar estos temas no sólo desde lo racional sino también de las subjetividades y la complejidad humana. Por partes no me ha gustado justamente esta característica, ya que hay punto en los que no estoy totalmente o parcialmente de acuerdo. Sin embargo, la discusión de Bruckner va más allá de subjetividades. La enseñanza primordial de este libro se puede resumir así:

"Ya no podemos hacer apología ni denigración simplista de nuestro sistema: donde hay intención de ruptura, como en el anticapitalismo actual, hay que enseñar continuidad, donde hay adulación del orden existente, hay que señalar las orejas, el pisoteo del ideal reivindicado. ... En otros términos, ser bárbaro es creerse civilizado... Ser civilizado es saberse bárbaro, conocer la fragilidad de las barreras que nos separan de nuestra propia ignominia, comprender cómo el mundo mismo contiene en sí la posibilidad de la infamia y lo sublime."

Justamente Bruckner se la pasa en todo el libro llevándole la contra a todas las posturas en el espectro ideológico desde la derecha a la izquierda. Critica en especial las posturas descuidadas de la izquierda moderna, pero no para alabar al capitalismo o al neoliberalismo, sino para denunciar los fracasos y desaciertos de la izquierda actual.

La prosperidad que promete y por veces parece que cumple, el capitalismo, es algo ilusorio, pues mientras el realismo capitalista ha tenido logros y progreso, se asentúan sus males y simplemente decepciona cada vez más. Decepciona y nos queda mal constantemente, sin necesidad de que una izquierda esté allí para recordárnoslo. Las denuncias repetitivas y simplistas de esa izquierda anticapitalista se vuelven también algo decepcionante, pues el socialismo también fracasó y sus propuestas originales no pudieron sostenerse en lo político, lo social o lo económico.

El acierto de Bruckner es no deshechar al capitalismo como en las narrativas simplistas izquierdistas, sino más bien aceptar que hemos de ir junto a éste, aprendiendo de sus aciertos, pero siempre sabiendo que igual y no funciona y por lo tanto debe ser reformado y limitado por los estados y las corporaciones. Reconoce que el capitalismo es tan fuerte que puede reformarse sin destruirse al punto de que cada vez es más irreconocible. Esto me recuerda un artículo bastante ridículo que salió en Forbes hace poco en donde critican a los izquierdistas que dicen que los países nórdicos son socialistas, y para rechazar esta percepción peligrosa para el capitalismo lo que hacen es improvisar el término "capitalismo compasivo" para categorizar a dichos países. Este oxímoron, "capitalismo compasivo", es una pataleta para poder decir que estos países prósperos, pacíficos y democráticos son así gracias al capitalismo y quitar así "puntos" al pensamiento socialista. Sin embargo, es claro que esos países tienen un capitalismo reformado, limitado, regulado, repleto de prácticas anticapitalistas como el welfare, el estado hipertrofiado y los impuestos altos, y que trabaja paralelamente a un sistema de valores y a una cultura pacífica y solidaria, cosas que van más allá del sistema económico puesto en práctica. Ese es un gran ejemplo de ese capitalismo fuerte capaz de adaptarse para no fracasar y provocar las condiciones para una revolución socialista arcaica. Esos países ya llevan la delantera hacia el post-capitalismo. En algunos de esos países ya se discute, por ejemplo, la implementación de la renta básica universal.

Las discusiones de Bruckner van más allá de estas generalidades. Menciona cosas muy valiosas como la importancia de proteger la educación de la corrosión social que causa el capitalismo o cuando menciona la dialéctica entre el consumismo y el existencialismo.