Me puse a pensar en que me desconozco. No sé quién o qué soy. Si bien la socialización es una parte importante en nuestras vidas como especie, dicho "proceso" me ha absorbido. Soy más social que personal. Con cada grupo o particulares personas que voy conociendo, me adapto y como camaleón transmuto mi ser —que aún no sé cuál es— y convierto mis intensidades a otras formas de expresión. Me puse a pensar, ¿me encontraré entonces al aislarme?... De alguna forma, ¿literalmente aislado?
En soledad.
Solo.
Quizás con el sol nada más.

También recuerdo la pregunta que me hicieron en este mismo blog, "¿qué viene primero, las fotos o los textos?"
En este caso vino primero el texto y de ahí todos estos autorretratos recién salidos del horno camarógrafo. Estoy solo, aislado, a pesar de que me acompañan virtualmente los desarrolladores de este teléfono, los físicos ópticos que fabricaron la belleza del 35mm, o del lente común, me acompañan los diversos autores que he leído o visto para llegar a esto, a todas estas conclusiones y pensamientos que al final nunca serán solo míos.

Lastimosamente —o mejor— nunca se esta realmente solo.

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Mientras mataba mi tiempo en tinder luego de pensar todo el texto anterior, me cruzo con una biografía que dice esta frase:

Al fin y al cabo somos lo que hacemos para cambiar lo que somos.

El acierto fue tal que conecté de una con lo que había escrito antes de navegar en dicha aplicación. Un juego del ser, una conjugación tan filosófica como el ser mismo.

Seguiré. Solo seguiré. Tratando de apreciar el sol que atraviesa mis poros cada sábado que tengo un tiempo libre. Seguiré con la mirada profunda que invita a recorrer mundos infinitos a pesar de que los siento planos. La mirada de que la vida ha pasado por acá, al igual que con todos, supongo.
No sé.
Seguiré siendo, sintiendo. Lo que sea que signifique ser.

—FIN—