Sé que he mencionado con anterioridad el hecho inequívoco del conflicto interior que siento, aunado a todo esto cada día se suman más problemas, más dudas, más incertidumbres.

Despierto por las mañanas y lo primero es revisar el teléfono celular, ese maldito aparato que me tiene esclavizado sólo para ver qué dudas tienen los demás, pero, ¿Qué hay de mis dudas?

No me lo tomen a mal, no es que sea por algo o alguien en especifico, ni siquiera sé sinceramente el porqué es así, la rutina se ha convertido en algo tan monótono, tan repetitivo, tan cansado.

Las mismas preguntas, las mismas respuestas, las mismas dudas, las mismas incoherencias, las mismas inquietudes y las mismas soluciones, ¿Qué estamos haciendo?

La vida se convierte en agonía cuando las oportunidades y las pequeñas aventuras son desechadas y olvidadas, dejadas de lado para “hacer algo mejor” pero al final del tiempo son esos pequeños detalles, esas pequeñas cosas sobre las que no tenemos control las que nos mantienen alerta, audaces, vivos…

Volveré a ser como antes donde cuidaba más mi espacio personal, mi refugio privado donde sólo era yo para mí, donde sólo me debía a mí, a mi integridad y a mis principios, a mis valores y a mis necesidades, — a mi bienestar — .