Esos cara-de-vidrio y metal (I)

in #spanish5 years ago

El primer rascacielos que vio era un enorme hoyo.

Mi padre nació con los años 40 en Caracas y en su niñez jugaba en las alturas. Me cuenta que con los otros niños podía recorrer techo por techo, sin bajarse ni una vez, toda la manzana donde vivía en Los Magallanes de Catia.

De aquel panorama de techos recuerda la vista de dos formas “altas”, las de Logroño y Cantabria, una pareja de edificios que aún existe. Como también recuerda las veredas de Propatria que divisaba cada vez que iba a lanzarse en patines desde el mirador de la Iglesia de ese sector.

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(Fotos tomadas por mí en Catia, enero 2016)

Eran los 40, década en la cual Luis Roche promovió la urbanización de Altamira y declaró que el Obelisco era más alto que la Catedral de Caracas.

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Imagen: Plaza Altamira, publicada por Arquitectura y Empresa

El hoyo enorme lo vio mi padre una Semana Santa de los años 50. Bajaba desde lo que conocemos como el Junín hacia la Basílica de Santa Teresa; iba con mi abuela a misa. “Era un hueco muy grande” cuenta acerca del sitio donde luego se colocarían las bases de las torres gemelas del Centro Simón Bolívar ("Torres del Silencio").
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Fuente: Archivo Fotográfico Urbano, publicado en BBC

En los años 60, ya con más de 20 años, frecuentaría esas torres emblemáticas cuando trabajaba con mi abuelo y repartía en los ministerios los pedidos de cestas de regalo repletas de licores y comidas.

Para entonces los techos de Catia, con sus guardaderos de peroles y gaveras viejas de refrescos, iban convirtiéndose a su vez en piso, en suelo. Muchas casas, como las matas, “echaron brotes” hacia arriba.

En los 70 y 80 conoció el vértigo de abarcar cenitalmente la ciudad, por así decirlo, desde la ventana de alguno de los 60 pisos de Parque Central. Seguramente lo hizo en algún minuto de espera del día que acompañó a mi tía a unos trámites relacionados con su Dodge.

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Fuente: Publicado en Argos

¡Cuántos años han pasado hasta 2019!

Creo que nos gustaría autoconvocarnos, dispersos como ya estamos, y subir, en alguna torre del centro o del oeste, de donde venimos, y desde una planta muy alta mirar hacia un punto del este. Parque Cristal, la acera de enfrente, En los 60 mi abuelo tuvo allí su restaurante “El Campo”, un reconocido lugar próximo a una zona donde, como a veces en la vida, había que escoger entre dos caminos: hacia Guarenas o hacia Petare-Santa Lucía.

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"Parque Cristal" by Paolino-DP is licensed under CC BY-NC-ND 2.0

“La era de los rascacielos en Caracas comenzó en la década de los 50, a partir de ahí se comenzaron a edificar estructuras superiores a los 100 m de altura”, señala Wikipedia.

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Según el artículo "Edificios más altos de Caracas" de Wikipedia, hasta inicios de este siglo las torres de Parque Central fueron las más altas de América Latina. El artículo hace un inventario de 64 “edificios más altos de Caracas”, bajando desde los 225 ms de Parque Central, pasando por los 45 pisos del Centro Financiero Confinanzas o “Torre de David”, los 124 metros de CorpBanca, los 32 pisos de La Previsora, los 113 metros de la Mezquita Al-Ibrahim hasta los 100 m de Británica de Seguros y Centro Letonia, entre otros.

En la web “The Skyscraper Center”, la base de datos del Consejo de Edificios Altos y Hábitat Urbano (CTBUH, por sus siglas en inglés), se puede consultar esta lista ampliada.

El año pasado, caminando por un costado de la Plaza Altamira, al nivel del Obelisco me topé con un cúmulo de desechos; eran sólo publicaciones y papeles. Escarbando estaba un señor recolector informal quien me invitó a compartir el botín. Junto a una “Time” de las 100 personalidades más influyentes del año y un libro a colores de pintores venezolanos, me gané un folleto de lujo del One Thousand Museum, un rascacielos de viviendas de Miami, de la reconocida arquitecto Zaha Hadid.

Examinando después tantos detalles alucinantes y tecnológicos de este edificio de esqueleto externo, lo que hacía era preguntarme una y otra vez:

“¿Cómo se puede vivir tan alto?”

Y lo mismo me pregunto cuando ando por la Avenida San Martín, la Francisco de Miarnda en Los Ruices o las residencias Yutaje en Los Dos Caminos, con sus altas torres repletas de habitantes.

Torres y malls. Dos cosas que no han dejado de aparecer en Caracas, aun en medio de la profunda y prolongada crisis que nos cambió la vida.

Desde la acera, sólo puedo mirar hacia arriba, literal y figurativamente. Y preguntar a esos seres cara-de-vidrio-y metal que se le plantan al viento y a la calle:

"¿Qué alcanzan ustedes a divisar en el futuro de esta ciudad?"
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"Caracas vista do teleférico de Warayrarepano, Caracas, Venezuela" by rogeriotomazjr is licensed under CC BY-NC 2.0

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Me encanta el tema de tu blog, primero que veo en su clase, felicidades y sigue publicando está genial

¡Muchas gracias! Es un gran estímulo y alegría recibir tus palabras. Seguiré andando y compartiendo. La ciudades, pero en particular aquella en la cual nos encontremos, son la escena y el espectáculo de nuestras vidas. ¡Saludos!

Este post ha sido votado por @acropolis en su temática viajes y cultura en colaboración con el proyecto @templo.

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