El ritmo que une a América desde México hasta La Patagonia: La Cumbia

Siempre hablamos de los valores de unión que se manejan en la música callejera, los resaltamos cuando vemos esos momentos de camaradería entre nuestros muchachos que ni siquiera vienen del mismo país, pero se ven unidos por un código implícito en el asfalto, por ver el mundo de la misma manera aunque cada uno haya conocido una versión de este en su propio vecindario.

Sin embargo, hay un sonido que está retumbando desde los inicios del siglo pasado, incluso antes, que emprendió un viaje por todo el continente uniendo a toda Latinoamérica en un solo compas y que se extendió desde el campo a la calle y de abuelos a nietos sin perder ni un ápice de su esencia: la cumbia.

Nació en la costa colombiana tildada como música de negros y campesinos, sin embargo para los años 30 y 40 cuando empiezan a distribuirse las primeras grabaciones, la cumbia comenzó a extender su ritmo hacia todo el continente y tomando cada sabor autóctono que conseguía.

A México llegó en los 60, convirtiéndose en un fenómeno enorme en la capital a través de los sonideros, sin embargo el terremoto cumbiero tuvo su epicentro en Monterrey que se apropió de este sonido y lo multiplicó.

Cientos de agrupaciones nacieron en la ciudad de las montañas que además trajo al principal referente de la cultura cumbiera: Celso Piña, que sería como el Vico C de este asunto y no conformes también diversificaron el ritmo creando la Cumbia Rebajada, un estilo basado en disminuir el pitch y el tempo de la música haciendo que suene más lento y con voces distorsionadas, Tony Selectah (Control Machete) la define como el dub de la cumbia.

Desde México se infiltra en los estados fronterizos como la principal influencia de la música tex-mex y con gente como los Kumbia Kings siendo nominadas a los Grammy. Pero también tomó el camino hacia el centro y se apoderó de Nicaragua donde se juntó con el autóctono Son Nica, lo mismo ocurre en Guatemala y El Salvador donde se fueron sumando ingredientes que contrario a deformarlo o convertirlo en otro cosa, realzaba su identidad cumbiera.

Es una característica particular de este ritmo, al mezclarse con los elementos propios de un lugar, en vez de transformarse se hace mucho más autentica.

En el sur también se hizo poderosa, a Perú llega a través de la selva y los músicos locales experimentan como lo hicieron en cada uno de los países donde llegó, así nació la cumbia amazónica o cumbia psicodélica que agregaba guitarras eléctricas y de esta, a su vez derivó una cumbia mucho más autóctona: la chicha, que además de las guitarras rockeras sumaba elementos de la música andina e indígena; el mismo caso se dio en Ecuador y Bolivia influenciándose de los sonidos propios de la región.

En el 55 aparecen Los Wawancó en Rio de la Plata, un agrupación conformada por músicos costarricenses, argentinos y colombianos que encendieron la fiebre cumbiera en el sur.

En Argentina se hizo la música popular en los boliches y así continuo hasta que una nueva generación a inicios del 2000 desde los barrios más pobres de Buenos Aires trajeron la cumbia villera, un estilo que mantenía el ritmo tradicional, pero agregaba muchos sintetizadores y tratando temáticas callejeras como lo haría el rap y el reggaetón. El impacto fue gigante y se convirtió en la música predilecta de un sector bastante representativo de la juventud que abarrotan estadios para ver grupos como Damas Gratis y Los Pibes Chorros.

La cumbia no ha muerto, desde los años 40 empezó su viaje y en nuestros días se mantiene intacta su esencia aun siendo sazonada con condimentos actuales. Bomba Estereo desde Colombia representa una columna que mantiene a la cumbia en pie con los distintos aderezos de champeta, rap y electrónica que trae.

Personajes como Celso Piña continúan mandando fuego desde las tarimas con giras internacionales y Tony Selectah moviéndose en los circuitos cumbieros con las mejores selecciones musicales hacen que este movimiento continúe su viaje representando la unión del ritmo de nuestro continente.