Alejandra discúlpame, la dictadura no permitió despedirme de ti.

in #spanish5 years ago

Hola steemians, un gran abrazo y feliz inicio de semana para todos ustedes.

No me gusta hacer público mis sentimientos y vivencias más personales, pero hoy vi una fotografía y sentí que por primera vez debía hacerlo. Al fin y al cabo siempre hay una primera vez para todo en la vida. Tener una mascota es una bendición que nos da la vida, ya que nos permite recibir un amor puro e incondicional. Para algunos es tener un miembro más de la familia, algo diferente, pero así de simple.

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Alejandra después de un baño dominguero/ R. Aldana / Valencia, Venezuela / Ene. 2017

Tú llegaste a nuestra vida hace casi once (11) años. Debo reconocer que no estaba muy de acuerdo con ello, ya que tener un perro en casa implica muchas responsabilidades y gran parte de ellas la tenía que asumir yo. Mi mamá estaba muy deprimida después de la muerte de su última perrita, la cual había adoptado quince (15) años atrás, al final entendí que ella necesitaba de tu compañía y amor y no me quedó más remedio que ceder al respecto.

Me recuerdo que cuando llegaste a casa me parecía que tu tamaño era muy grande para una persona algo mayor. Eras muy joven, fuerte, juguetona y llena de vitalidad. Mi mamá y mi hermano me comentaron que te habían adoptado de un refugio llamado Asoguau. Este refugio y clínica veterinaria funcionaba en el Municipio Naguanagua de la ciudad de Valencia en Venezuela. De tu pasado se sabía muy poco, sólo que te habían recogido en un terreno cerca de la Universidad de Carabobo donde te encontrabas hurgando en la basura. No nos importó que fueras de raza mestiza, ya que eso no te hacía más ni menos que otra mascota. Te querían en casa para disfrutar de tu compañía y no para satisfacer el ego narcisista.

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Alejandra y su "mami" durante su paseo matutino / R. Aldana / Valencia, Venezuela / Dic. 2016


Fiel a su forma de ver las cosas y enarbolando las banderas del movimiento feminista, mi madre te adoptó porque simplemente eras una “niña”. Según ella, las perritas están más desvalidas porque la gente suele abandonarlas cuando se desarrollan y entran en su etapa reproductiva. En tu caso eso no era ya un problema porque habías sido esterilizada. Eso era uno de los principales aportes que desde Asoguau hacían sus veterinarios para evitar la proliferación de los animales en las calles de la ciudad de Valencia, toda una labor titánica ante la magnitud de este problema y los escasos recursos que disponen este tipo de fundaciones.

Tus primeros días en la casa fueron un total desastre, no tenías hábitos de ningún tipo. Solías montarte en los muebles del recibo y en la cama de mi mamá, ninguna de nuestras mascotas había hecho eso antes. Mi madre te quiso devolver al refugio, la tenías estresada. Debo reconocer que para contrariarla y hacerla escarmentar, me opuse a eso. Le dije que me parecía injusto, que tú no habías pedido que te adoptarán y que por lo tanto había que aceptarte con tus problemas de conducta. Tú no te imaginas, después de diez (10) años, cuánto me alegro de haber dicho esas palabras, cambiaste nuestra vida sin pedir nada a cambio.

De las responsabilidades que significaba tenerte en casa, quizás me tocaron las más fuertes. Bañarte no era precisamente lo que más te gustaba, había que sacarte de debajo de la cama cada vez que veías tus toallas. Ir a caminar todos los días en la mañana, incluyendo sábados y domingos cuando a veces provocaba estar un poco más en la cama; y por supuesto, recoger los desechos que generabas. Todo lo anterior fueron pequeñeces antes las muestras de afecto que me distes. Eras la primera en darme la bienvenida a casa al llegar del trabajo, cosa que ni mi esposa ni mi madre lo hacían. Me acompañabas hasta tarde cuando me quedaba estudiando o simplemente me movías tu cola cuando tus grandes ojos marrones me miraban.

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Alejandra acompañandome en una noche de estudios / R. Aldana / Valencia, Venezuela / May. 2015

Quizás te pueda parecer una locura, pero cuando decidí irme de Venezuela por la terrible situación que vivía el país, tú también estabas dentro de mis preocupaciones. Para ese entonces era ya bien difícil comprarte tus alimentos y darte los cuidados médicos que necesitabas, ya que de vez en cuando se te activaba el virus de la garrapata que llevabas en tu sangre. Tu veterinario nos decía que eso era común en los perritos que habían nacido en la calle. La crisis de medicamentos y vacunas también afectaba a las mascotas; tanto así, que tristemente los venezolanos estaban consumiendo algunos medicamentos que eran para uso veterinario.

Después de diez (10) años ya no eras la de antes, y es que el tiempo no pasa en vano para las mascotas ni para los humanos. Siempre me ha parecido todo un misterio cómo se hacen los cálculos para establecer una equivalencia entre un año en la vida de un ser humano y lo correspondiente a la edad de un perro. Lo cierto es que tu andar ya era más lento, los juegos menos frecuentes, pero seguías siempre fiel dándonos tu amor. No había día en el cual no preguntara por ti al teléfono. Aún recuerdo tú emoción al verme y escucharme cuando hicimos un hangout a través del televisor más grande que hay en la casa. Todavía recuerdo como movías de un lado a otro tu gran cola con gran entusiasmo.

Un día al hablar con mamá, ella me contó que estaba muy preocupada por ti, que te veía muy “apagada” o debilitada. Le dije que no se preocupara, no podía hacer más nada a la distancia. Le transferí de inmediato algún dinero para que te llevarán al veterinario. Después, todo lo demás pasó muy rápido. Te fuiste, ya no estás aquí más con nosotros. Escuche muchos días a mi mamá llorosa a través del teléfono, es que le haces mucha falta. Tú eras su fiel compañera de todos los días, la confidente de sus tristezas y alegrías.

Cuanto lamento mi querida Alejandra no haber estado contigo para haberte despedido, pero es que la terrible dictadura no sólo ha separado en Venezuela a los padres de sus hijos, alejado a los amigos y sembrado destrucción e infinita tristeza. También ha separado a las mascotas de sus dueños, aunque esto pueda parecer superficial para muchos ante la magnitud de las calamidades que estamos viviendo. Gracias Aleja por haber sido parte de nuestras vidas, estoy tranquilo porque sé que estarás bien ya que todos los perros buenos como tú van al cielo.

Espero hayan disfrutado de este relato. Nos seguimos comunicando por aquí, un gran abrazo a todos!!
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Muchas gracias amigos de Proyecto Cervantes, valoro mucho su gentileza. Saludos!!

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