Disfrutando la inocencia

Sea verano o invierno, no importa cuál sea la estación, si eres un chiquillo siempre encontrarás un motivo para la diversión.

Quizás hemos crecido muy rápido a los ojos de nuestros padres, quienes recuerdan con humor algunas de nuestras locuras y extravagancias. Han pasado desde aquellos días algunas lunas, y el árbol que fue plantado ya algunos frutos nos ha entregado.

Se ha ido entre los dedos de nuestras manos un tesoro invaluable, el tiempo nos ha robado la inocencia sin notarlo. Yo no reímos con la frecuencia y espontaneidad de cuando niños. Hoy día nuestros pensamientos nos abaten, nos adelantamos a los eventos que no han ocurrido. Los dibujamos en nuestra mente sin pensar que ello no tiene razón. Sentimos miedo ahora no por las sombras imaginarias de la noche, sino de la incertidumbre que rodea nuestro día a día.

Cuanto lamento no haber tenido conciencia de lo magnífica que es la infancia cuando la viví, sin duda la época dorada de nuestra vida. Así está escrito, sé que era y es biologicamente y emocionalmente poder comprenderlo. Nuestras neuronas no pueden madurar a tan corta edad, sólo somos sentimientos y emociones cristalinos como la más pura de las aguas.

Ahora que soy padre, ruego a la vida me dé fortaleza y sabiduría para conducirte por su travesía. Trato que no quieras ser grande antes de tiempo como cuando yo lo deseé, al no entender las negativas sin mayor explicación de papá o los precisos castigos de mamá que me impedían salir a jugar con mis amigos justo a la hora de nuestros más divertidos juegos.

Ahora sólo sé que quiero verte crecer poco a poco, disfrutar tu inocencia y escuchar la melodía de tu risa lo más pueda, antes que el tiempo inexorable vuelva a hacer sus fechorías y haga contigo hijo el mismo delito que cometió conmigo.