Doña María Manuela de Jesús Rodríguez Pereira

in #spanish5 years ago (edited)


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"Atenta fiel a los quehaceres hogareños, sin involucrarse directamente en ellos –por causa de sus quebrantos–, llegaban a sus oídos los susurros femeniles esparcidos por cada rincón de aquel añoso caserón envuelto en una atmósfera mágica y casi conventual. Entonces, cual tenue rayo de sol que sigiloso penetra el resquicio de un exhausto ventanal, hacía deslizar sus oportunas disposiciones para advertir con voz trémula, pero con ademanes firmes, su inquebrantable autoridad."


Hallazgo inesperado, eso que en buen castellano se conoce como Serendipia, derivó de nuestras habituales exploraciones de archivo, hecho que propició la oportunidad para dar voz a una genuina representación la figura femenina villacurana del siglo XIX, y arrimar relato a sus hasta ahora ignoradas desenvolturas.


Persigo, por una parte, pincelar el personaje, ilustrándolo a través de sus realizaciones, me refiero a las que preeminentemente emergen de su testamento; y, por la otra, rescatar a nuestro personaje del anonimato y apolillados infolios en justo reconocimiento a su arcaico carácter constructor de nuestra sociedad local contemporánea actual.

A doña María Manuela le maneció la vida en Villa de Cura el 3 de junio de 1779. Bautizada el 10 de junio. La apadrinaron don Fernando Fuentes y doña María Ignacia Fuentes. Hija legítima y de legítimo matrimonio de don José Antonio Rodríguez Bejarano y doña Paula Custodia Pereira y González de Araña. Conque, vista esta filiación, resultó prima en segundo con tercer grado de consanguinidad de Ezequiel Zamora Correa, en línea paterna y materna.

Apenas cumplidos 18 años de edad, casó en su pueblo natal el 29 de agosto de 1797 con don Antonio Montero Núñez. Hijo legítimo de doña Manuela Núñez y de don José Montero, de condición “blancos” y vecinos de dicho centro poblado, así los pretendientes como sus progenitores.[1]

La ceremonia de velación acaeció en el sitio de “Guaruto”, jurisdicción del pueblo de Turmero (Aragua), entonces lugar de su residencia. El acta aparece levantada en la parroquia N. S. de Monserrat, Santa Cruz de Aragua, con data 7 de mayo de 1798.[2]

En 1743, pasados apenas 21 años del sobrevenido acto confirmatorio de la fundación de la villa de San Luis de Cura, exhibió el suegro de doña María Manuela, con jerarquía de capitán, el título de Alcalde Ordinario del término y jurisdicción de esa villa.

El 6 de mayo del mismo año, en "el sitio de San Antonio de la Platilla […] realizó el inventario de los bienes que quedaron por fin y muerte del capitán Juan Antonio Pérez de Ávila".[3] Véase, pues, en don José Montero, un componente activo del proceso formativo de la oligarquía territorial y municipal local.

Pero, no sólo doña María Manuela entroncó con los Montero Núñez. También lo hizo su tío consanguíneo, esposo de doña Isabel Antonia Montero Núñez: El villacurano don Félix Nicolás Pereira González y Araña. Hijo legítimo y de legítimo matrimonio del Alcalde ordinario don Sancho Pereira y Arráez de Mendoza y doña María Josefa González de Araña y Orta. Velados en la parroquia Inmaculada Concepción de El Sombrero, de donde eran vecinos, el 12 de mayo de 1774.[4]

En manera que fue don Félix concuñado de su propia sobrina carnal, adjuntando al parentesco consanguíneo el de afinidad, con lo cual quedó al unísono por tío político de su cuñado, don Antonio Montero Núñez.

Si sometemos a atento examen que doña Isabel Antonia Montero Núñez, acorde con Herrera-Vaillant, fue bautizada en Barbacoas el 8 de septiembre de 1755,[5] mientras que el nacimiento de don Félix Nicolás ocurrió en Villa de Cura el 5 de diciembre de 1734;[6] y, por otra parte, que fueron velados en la parroquia Inmaculada Concepción de El Sombrero (Guárico), el 12 de mayo de 1774,[7] tenemos que contaban, para el momento del desposorio, 19 años de edad, poco más o menos, la primera; y, 40 años de edad, el segundo. Es patente que el marido dobló en edad a su joven esposa.

Es muy claro que se trató de una unión provechosa para el honor, jerarquía y estatus económico-social de estos clanes familiares principales lugareños, reflejo de un universo de valores culturales epocales.



Fuente

Doña María Manuela, a la sazón viuda y sin descendientes directos, otorgó testamento "nuncupativo" (o cerrado) en Villa de Cura el 10 de marzo de 1845. De dicho acto dio fe el Juez encargado del Registro del cantón Cura, Ramón Silva.


El relacionado documento revela que los esposos Montero Rodríguez no aportaron bienes de consideración al matrimonio. Adquirieron, sí, durante él, algunos bienes de fortuna que se perdieron en la desastrosa guerra de Independencia. Apenas quedó una esclava de nombre Petronila, quien "tuvo después algunos hijos que por ley eran manumisos".

De aquel matrimonio brotó sólo un hijo, el cual llevó por nombre Carlos. Confirmado en Villa de Cura en febrero de 1834 y fallecido en fecha imprecisa. Llevó por padrino al comerciante catalán local Pedro Bofill Roca,[9] a quien la literatura histórica de influjo marxista atribuye la cualidad de enemigo de Zamora.

En 1834, resalta Carlos Montero Rodríguez por amo de esclavos.[10] En abril de 1841, juntos, él y su señora madre, convirtiéronse en padrinos de bautismo de su pariente, Matilde del Carmen Casper Zamora. Hija del alemán Juan Casper y Carlota Zamora Correa,[11] asentados, bajo condición de vecinos, en Villa de Cura.

Declaró la testadora por bienes propios su casa de habitación, "toda de mampostería, constante de diez y siete varas y media", sita frente a la plaza principal, hoy día plaza “Miranda”, al lado de otra perteneciente al señor Nicolás Pérez Pardo, su pariente político.

Llama la atención este esfuerzo evocativo por detallar el material constructivo, tanto como la longitud del frontispicio del inmueble que, con fundamento en cómputos propios, debió medir alrededor de 15 m.

Los datos del inmueble, sin desatender su privilegiado emplazamiento espacial, alcanzan para delinear una típica vivienda distintiva de gente pudiente, portadora de arraigado sentido de pertenencia a una clase social de la cual envanecerse, apegada a conceptos de honor, honradez, respeto, poder y preeminencias. Elementos discursivos simbólicos que prevalecieron con carácter de "Capital cultural" en el espacio social villacurano de la época.

Dispuso que, posteriormente a su fallecimiento, "dos partes de dicha casa sean para mi ahijada María Petronila y [María] Elías Montero; y, el resto, que es la otra tercera parte, para la madre de ésta nombrada María de los Santos del Carmen Montero", madre soltera.

No es difícil deducir que algunas parientes, esclavas libertas, viudas y señoritas solteronas, bajo condición de “agregadas”, moraron bajo el mismo techo con doña María Manuela, entonces viuda y desprovista de descendientes directos, sobrellevando con admirable estoicismo "una penosa enfermedad".

Ahí desplegaba su noble autoridad, irreprochable, como matrona romana. Enseñaba a través de sus actos, aconsejando con natural dulzura reclinada en el respeto. Y lo hacía casi en tono de oración. Ese que emerge próximo a las imágenes religiosas esmeradamente cuidadas, constante y delicadamente iluminadas, en cuyo derredor se reunían a diario para rezar los Santos Misterios.

Atenta fiel a los quehaceres hogareños, sin involucrarse directamente en ellos por causa de sus quebrantos, llegaban a sus oídos los susurros femeniles escapados de cada rincón de aquel añoso caserón envuelto en una atmósfera mágica y casi conventual. Entonces, cual retraído rayito de sol que sigiloso penetra por el resquicio de un exhausto ventanal, hacía deslizar sus oportunas disposiciones para advertir con voz trémula, pero con ademanes firmes, su inquebrantable autoridad.

Ahí batallaba, ejercitándose en la administración de sus caudales y, con prodigalidad –sin jamás claudicar–, en el deber de conservar el don de gente, preservando lo tenido por fijos valores familiares.

Tal el crisol moral, a trancos aquí delineado, en el cual habíase templado su espíritu indomable y moceril que, ahora, fruncido su cuerpo por el tiempo inclemente, trasegaba la cultura de las mujeres solas.

Respirábase todavía por doquier la vaporosa impronta colonial, indiferentemente de los fachendosos zarandeos republicanos. Pues, que las mentalidades suelen cambiar con mayor lentitud que la realidad a la cual se encuentran inexorablemente atadas.


Aquella sociedad, más que menos, seguía circundada por incienso y campanas, indiferentemente de los desenfrenados espíritus licenciosos e irredimibles de siempre.

En fin, que, aun extemporáneamente, si se quiere, "Ingenua y feliz como los niños y como los pueblos que no tienen historia, la Colonia [seguía contenida] dentro de la iglesia, la casa y el convento".[12]

La porción del inmueble que conforme con su testamento ordenó dejar a María de los Santos, vióse escoltada por una condición suspensiva que hizo estampar con precisión:

(…) con la condición precisa que ella me asista, auxilie, acompañe y cuide hasta mi muerte, pues de no ejecutarlo así, la parte que dejo yo a la citada María de los Santos del Carmen Montero será destinada a Nuestra Señora de la Candelaria que se venera en la Santa Iglesia de esta ciudad, a fin de que anualmente, con lo que produzca de alquileres, o si se vendiere, con los réditos, se le diga misa con lo que produzca la cantidad correspondiente a dicha parte, que para ello procurará asegurarse por mis albaceas de acuerdo con el señor cura que fuere de esta parroquia.

La inquietud fundadora de Obras pías fue más allá; pues, en caso de no verse satisfecha la condición precedente, mandó dejar 100 ps. en plata "a nuestra Señora de Valenciana […] los que se reasegurarán para que con sus réditos se le diga una misa todos los años".

Legó a Juana Antonia Montero la suma de 50 ps. Asimismo, a Carmen Pardo Rodríguez y Josefa Antonia Trujillo –sus parientes todas–, 25 ps. cada una.


Fuente

Doña María Manuela Rodríguez Pereira no dejó deudas. Manejó este asunto con extrema escrupulosidad. Mas, dispuso de alguna masa de capital dinerario, parte de la cual fue entregada, bajo la figura de Censo (o préstamo a interés), a la casa comercial Rodríguez & Hermanos Otáñez. Lo propio, a Pérez-Hnos., de los socios Juan y Manuel Pérez Pardo Rodríguez, hermanos de Nicolás Pérez Pardo. Cosa que, según percibo, constituye un indicador de la situación de debilidad que atravesaba la clase social dedicada a actividades mercantiles y financieras por aquellos años.

A María Manuela Rodríguez Pereira de Montero le anocheció la vida en Villa de Cura el 2 de marzo de 1869, escasos meses luego de cumplir 90 años d edad.[13]

No dejemos pasar por cosa inadvertida el desplazamiento cualitativo de la mujer desde la restringida esfera interna de la casa, a ella reservada por aquella sociedad patriarcalista como Ángel del hogar y apoyo espiritual de la familia, al ámbito externo de lo público, espacio en el cual operó con carácter de agente dinamizador de la economía local. Tal el caso. como corroborado ha quedado, de nuestro personaje.

Considero que este papel de la mujer venezolana decimonónica, a más de otros no pocos, sigue siendo para los investigadores asignatura pendiente. En consecuencia, demanda una más enérgica incorporación de la figura femenina al discurso histórico.

NOTAS Y REFERENCIAS

[1] FamilySearch Venezuela, Catholic Church Records, 1577-1995 Aragua Villa de Cura San Luis Matrimonios 1719-1906. Img. 736.

[2] FamilySearch Venezuela, Catholic Church Records, 1577-1995 Aragua Santa Cruz Nuestra Señora de Monserrat Matrimonios 1784-1930. Img. 68.

[3] LEAL, Ildefonso: LIBROS Y BIBLIOTECAS EN VENEZUELA COLONIAL (1633-1767). Caracas, B.A.N.H. (Fuentes para la historia colonial de Venezuela), 1978. p. 122.

[4]FamilySearch Venezuela, Catholic Church Records, 1577-1995 Guárico El Sombrero Inmaculada Concepción Matrimonios 1729-1816. Img. 142.

[5] Véase HERRERA-VAILLANT, Antonio: LA ESTIRPE DE LAS ROJAS. Caracas, B.A.N.H., T.II., 2007. p . 530.

[6]FamilySearch Venezuela, Catholic Church Records, 1577-1995 Aragua Villa de Cura San Luis Bautismos 1718-1821. Img. 195.

[7] FamilySearch Venezuela, Catholic Church Records, 1577-1995 Guárico El Sombrero Inmaculada Concepción Matrimonios 1729-1816. Img. 142.

[8] Véase Archivo del Registro Subalterno del Municipio Zamora Estado Aragua (A.R.S.M.Z.E.A.) Documento suelto. Año 1845. sf.

[9]FamilySearch Venezuela, Catholic Church Records, 1577-1995 Aragua Villa de Cura San Luis Confirmaciones 1780-1930. Img. 219.

[10] FamilySearch Venezuela, Catholic Church Records, 1577-1995 Aragua Villa de Cura San Luis Bautismos 1800-1866. Img. 866.

[11] FamilySearch Venezuela, Catholic Church Records, 1577-1995 Aragua Villa de Cura San Luis Bautismos 1800-1866. Img. 1191.

[12]LA PARRA, Teresa de: INFLUENCIA DE LAS MUJERES EN LA FORMACIÓN DEL ALMA AMERICANA. Caracas, FUNDARTE, 1991. p. 78.

[13] FamilySearch Venezuela, Catholic Church Records, 1577-1995 Aragua Villa de Cura San Luis Defunciones 1864-1936. Img. 120.

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