MENDIGO DE AMOR...

El día se hace noche el ocaso se aproxima, mientras, Cristobal observa como la luz de su existencia, se apaga, de pronto aparecen los vestigios de una vida, momentos que para bien o para mal tuvo la oportunidad de vivir, errores que no se pueden remediar, promesas sin cumplir, afectos sin cultivar, y un gran amor sin concretar.

EL recuerdo de Rosalinda, su gran amor, le embarga de una profunda emoción, el un joven trabajador del campo, ella una joven de alta esfera, cuyos padres entre otras grandes posesiones disfrutan con pasar ciertos fines de semana en su finca en las entrañas del llano Venezolano. Cristobal queda impactado cuando ve aquella lozanía de quien apenas caba de convertirse en mujer, con su cabello castaño, piel blanca, ojos, oscuros, y un desenfado que solo lo puede proporcionar la certeza de alguien al que nunca le faltará nada, el en cambio de tez trigueña tostada por el trabajo bajo el inclemente sol, con una mirada esquiva y rasgos no muy agraciados, pero con una candidez en su trato que hace ganar la confianza de los dueños de aquella propiedad en la cual comenzaba a trabajar hacia un par de meses.

Como pudo, el joven enamorado, logra acercarse a la bella Rosalinda, tanto que por un tiempo, se hacen inseparables, cada vez que esta se acerca al campo, se convierte en su confidente, su amigo incondicional, el no deja nunca de esperarla con las flores, más frescas y bellas que consigue en el campo, adornadas por una rosa roja, para hacer honor al nombre del objeto de su afecto, recitandole las más bonitas canciones de amor que se escuchaban en el campo, ella siempre lo trata de forma cariñosa, siempre le lleva algun obsequio de la ciudad, que, por mas minimo que sea, Cristobal guarda como el mayor tesoro.

Entonces pasó lo que más deseaba el , lo que al final sería su perdición, en una visita en la cual la joven se encontraba particularmente triste por algun motivo, esta miro a su eterno enamorado, esta vez on ojos de amor, el pudo probar los labios que tanto había deseado, el cuerpo y la intimidad de aquella hermosa rosa que durante tanto tiempo habia cuidado y tratado de enamorar.

Nunca más besaría a alguien con tanta pasión, no había besos más hermosos ni mirada más atrayente, la sensualidad, el olor, el cabello de su rosa, los tuvo una sola vez, un encuentro, que para ella duró una noche, y para el una eternidad.

El desengaño vendría despues, cuando ya pasada la embriaguez de la noche, las cosas siguieron el curso natural, el intentó desesperadamente desmostrar su amor a Rosalinda, pero no había nada que desmostrar, ella ya lo sabía, sabía del amor incondicional que por ella profesaba desde lo más profundo de su corazón, y por eso en su momento de tristeza y soledad por un amor perdido, simplemente lo utilizó como consuelo a su desgarrada alma, como alimento a su ego, como acompañante en su soledad, su regalo era corto, su tiempo fué solo una noche.

Nunca más pudo estar con ella, su voz no era igual, ya la amistad no era suficiente, el la quería con todo el corazón, la idolatraba. La distancia no fué suficiente para el olvido, el trató de rehacer su vida, hasta hijos dejó, pero su alma siempre torturada por ese amor incompleto, no correspondido, el recuerdo de aquel encuentro que marcó su vida, toco el cielo, y se lo quitaron tan rápido, ella si hizo su vida, se enamoró tuvo su familia, del joven solo un grato recuerdo.

Ya cada vez mayor, a Cristobal se le veía sumergido en las lagunas de su memoría siempre recordando a Rosalinda, siempre implorando por un poco de aquello que solo pudo probar una sola vez siempre mendingando un amor que nunca fue..

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