Rocky I, un clásico del cine

Cuando en diciembre de 1976 se estrenó Rocky, las expectativas eran pocas, ya que la misma estaba protagonizada por un actor desconocido, quien además se había atrevido a escribir el guion de la misma y el tema de ella, el boxeo, no había dado frutos grandiosos en el cine.

Sin embargo todos los pronósticos se fueron al piso y resultó un éxito de taquilla, obteniendo 6 nominaciones al Oscar y ganando 3, incluida la mejor película y teniendo un largo camino de secuelas durante 40 años.

Todavía los críticos no se explican la razón por la cual se equivocaron, pero en lo personal creo que más allá del hecho que la misma muestra la clásica lucha de David contra Goliat, están los detalles pocos reconocidas de esta.

Los personajes principales y secundarios son personas invisibles, en una sociedad depredadora donde estos son presas poco apetecidas de los peces grandes y viven dejándose llevar por las olas que los devuelven a la orilla. Con trabajos de poco nivel y de paso, en el caso de la pareja protagonista, con la condición de ser introvertidos y pocos agraciados educativamente, viviendo en los barrios bajos de una ciudad grande.

Es un tema soso para quienes siempre han explotado la violencia, las drogas o el drama hollywoodense con sus banalidades, pero que sirvió para que los similares se conectaran e identificaran con ellos, demostrando que son mayoría.

Pocos se aventuran a ponerse en la piel de un fracasado que hace trabajos tan bajos como ser cobrador de un usurero y ganarse algún dinero siendo carne de cañón de empresarios de poca monta, quienes sabiendo de sus limitaciones boxísticas le pagan para hacer peleas del más bajo nivel.

Mucho menos en la de una chica tímida, que debe vivir con un hermano machista.

Para el que desea ver cosas extraordinarias, la mayor parte de ella resulta fastidiosa, porque no hay algún chispazo que los encienda aunque sin darse cuenta, muchos de ellos se están viendo al espejo.

Es casi al final de ella que el cuento de nunca acabar, del poderoso contra el pobre, toma forma, cuando el campeón, obligado por las circunstancias, hace lo que están acostumbrados a hacer los de su nivel, buscar la forma de humillar al más débil.

Es cuando se inicia la odisea para el protagonista y el resto de todos, la oportunidad que nunca creyeron les llegara y como un milagro lo ha hecho.

Al final el cuento no termina con un final feliz para quienes estaban acostumbrados que el protagonista ganara y ese elemento es tal vez lo más importante de la película, porque expone la realidad sobre la ilusión de quienes piensan que hay que estar en el lugar indicado en el momento preciso, sin necesidad de estar preparados para eso.

Rocky Balboa se transforma en el héroe de los desvalidos, en la figura que todos aman porque ha demostrado que la condición social no es un parámetro absoluto en la obtención de algún logro, sino que es algo circunstancial.

A mediados de los 70, cuando la generación de postguerra había avanzado en nuevos paradigmas y quedaban restos de la generación rebelde de los 60, esta producción consiguió ser un punto de partida para visiones más realistas.

Hay en ella tres fases, una oscura que presenta lo rutinario de la vida de los personajes, una claro-oscura que comienza con la certeza de la oportunidad de pelear con el campeón y que diversifica el conocimiento del resto de los personajes y una resplandeciente que se inicia con la pelea, sin embargo en las dos últimas se mantienen los tonos negros de la primera en los hechos que le ocurren a los dos personajes principales.

Después del éxito inicial, las siguientes han sido producto del mismo y la historia inicial, aunque mantuvo ciertos encantos, perdió la magia de haber sido escrito por alguien, que al igual que el boxeador, se encontraba en la pobreza y era invisible.