Castillejo de Robledo

Dicen –y por favor, no me pregunten si son buenas o malas las lenguas que insisten en ello- que Castillejo de Robledo es el pueblo más frío de España. Yo no sé si es cierto, pero sí sé que en verano, durante la canícula, en el campo no aguantan ni las langostas, que de calor algo deben de entender, pues como plaga fueron enviadas por Dios a Egipto, como ultimátum a la liberación de los esclavos israelitas.

Además, ¿no se da este fenómeno en los desiertos, donde el Sol es un furtivo incendiario por el día y Selene hace de bombero por la noche, regalando manguerazos de escarcha, que congelan hasta el alma?.

Dicen, también, que aquí se desarrolló uno de los episodios cidianos más vergonzosos del Cantar de Mío Cid: el del ultraje de las hijas de Rodrigo Díaz de Vivar por los Condes de Carrión, hecho que se conoce como la Afrenta de Corpes.

Pero eso resulta, quizás, más controvertido todavía, de manera que con el beneplácito de ustedes, ‘me haré un tontito’, y con el beneplácito suyo, lo dejo caer simplemente como anécdota, antes de que resuciten los demonios históricos de Nerón y me destinen como despojo a los leones académicos.

Lo que parece plausible, aunque la legitimidad documental, como de costumbre, brille por su ausencia, es que Castillejo de Robledo –fíjense que ya en su nombre se advierte cierto pedigrí celtilla- tuvo en el pasado una más que estrecha relación con esa orden medieval de ‘monjes con espuelas’, que fueron los caballeros templarios (1).

Aparte de la tradición y de la leyenda del Vallejo Caballero (2), también en Castillejo de Robledo, como en San Pedro Manrique, existen evidencias suficientes –no importa lo circunstanciales que puedan parecer a priori-que inducen a sospechar una presencia indudablemente real.

Independientemente de la pequeña y desmochada fortaleza que domina el pueblo como un halcón, a cuya vera discurre, formando una hoz a la salida del mismo, la pequeña carretera que en poco menos siete kilómetros nos deja en otro sitio donde igualmente se constata su presencia, Maderuelo y la ermita de la Vera Cruz (3), la iglesia románica de Nuestra Señora de la Asunción (siglo XIII), ya nos alerta en tal sentido.

Al contrario de las portadas de la mayoría de los templos de su época y estilo, realizadas en piedra, la portada del templo de Castillejo de Robledo, desconcertantemente, está realizada en madera de estuco y todavía conserva una parte interesante de su policromía original. Un material y una portada, muy parecida a la que se puede apreciar, sospechosamente, en otra iglesia románica situada a las afueras de Requijada, en las proximidades del famoso pueblo segoviano de Pedraza (4), cuya advocación, no menos curiosa, la ostenta Nuestra Señora de la Vega.

Aparte de cierta temática erótica en los canecillos de su ábside –frecuentemente, los turistas y curiosos buscan pícaramente a esas dos parejas que están practicando sexo, o cuál viene a confirmar, al menos en parte, el voyerismo que todos llevamos dentro- lo interesante, sin duda, se localiza en su interior.

Como no podía ser de otra forma, dada la pertenencia a un entorno, donde la pintura románica parece ser que adquirió extraordinarias dimensiones, los restos artísticos que todavía sobreviven en el interior de la nave y la cabecera, sugieren que esta iglesia supuestamente templaria de la Asunción, fue en tiempos otra pequeña ‘capilla Sixtina’, cuyo brillo se eclipsó a base de cal, seguramente en algún periodo comprendido entre los siglos XIV y XV, cuando las grandes epidemias de peste asolaban los pueblos y ciudades de la Vieja Europa.

En el lateral izquierdo de la nave, casi frente a la entrada principal, apenas sobrevive un pequeño retazo, en el que se aprecia a un soldado en primer término y detrás una ciudad amurallada, que los expertos, cualquiera sabe por qué, en realidad, interpretan como una alusión a la conquista cristiana de la ciudad de Huesca.

Hay testimonios, de que hasta tiempos relativamente modernos, se apreciaba también, en dicha escena, una figura imponente –tal vez un guerrero templario o posiblemente, una alusión apolínea de San Cristóbal, figura que todavía se localiza en numerosas catedrales e iglesias, como la de San Marcos de Salamanca, de planta circular y con ciertas sospechas de haberles pertenecido en algún momento- desgraciadamente desparecida en la actualidad.

Ahora bien, lo espectacular, aquello que estremece y capta inmediatamente la atención, son los dos impresionantes dragones, que seguramente sugiriendo un Ouroboros –símbolo para nada infrecuente en los templos templarios o atribuidos a ellos-, ocupan, con un realismo excepcional, la superficie del arco toral de la cabecera de la iglesia. Una cabecera, cuyo techo mantiene, en un extraordinario grado de conservación, una especie de tablero de ajedrez, en cuadros blancos y negros, como el Baucéant o estandarte de los templarios, en cuyo centro se vuelve a apreciar el escudo de fondo blanco y la franja negra que lo divide transversalmente, que también se localiza en la portada principal de estuco de acceso al templo.

Dentro de la imaginería mariana, se aprecian dos hermosas representaciones: una muy interesante, posiblemente del siglo XIII, que aún conserva la actitud hierática de sus antecesoras románicas y otra más tardía y gótica, realizada ya con bastante posterioridad.

Hay también una casa particular que mantiene en su fachada, como adorno, algunos canecillos que bien pudieran haber pertenecido a la iglesia de la Asunción o, en su defecto, a cualquier otra iglesia o ermita desaparecida.

El pueblo, situado en lo más profundo de la depresión natural, tiene unas excelentes perspectivas desde los restos del castillo. Perspectivas, obviamente, desde las que se puede apreciar esa magnífica arquitectura rual, que ha caracterizado siempre a las pequeñas comunidades castellano-leonesas.

[Hospital de la Fuenfría, Cercedilla, Madrid, domingo 5 de agosto de 2018]

Notas:

(1) Así los denominaba Gustavo Adolfo Bécquer y con tal denominación, figuran en su espectacular leyenda El Monte de las Ánimas, ambientada la Noche de Difuntos en Soria capital.
(2) Dicha leyenda, hace referencia a un templario traidor que asesinó a su Maestre y fue condenado, después de muerto, a vagar por estos lares como expiación de su culpa.
(3) Antiguamente, Maderuelo pertenecía a Soria, pero a partir de los siglos XVII o XVIII, pasó a depender de Segovia. La Vera Cruz es una pequeña ermita situada extramuros de la ciudad, donde los caballeros templarios velaban almas y custodiaban un fragmento importante de la Vera Cruz, de ahí el nombre de la ermita. Las maravillosas pinturas románicas de su interior, estuvieron a punto de perderse, cuando el Plan Hidrológico Nacional, promovido por el gobierno del general Franco, aprobó la creación, en el lugar, del pantano de Linares. No obstante, para salvaguardar tan maravillosa obra de arte, se procedió a crear una capilla idéntica a la original, a la que se añadieron los frescos auténticos, trasladándose al Museo del Prado de Madrid.
(4) Famoso, porque durante años, fue el lugar elegido para hacer el famoso anuncio de la Lotería de Navidad.

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