Buenos Días
Desperté más temprano de lo normal, con la idea aquella de haber tirado lejos el celular. Por suerte fue por la ranura de la cama. Y había estada atorado en una maderita que sobraba por los bordes. Que suerte.
Hoy quise resolver lo que quedó pendiente la noche anterior. Los mensajes sin responder (Me había quedado dormido) recordé que había tirado el celular, precisamente por la capacidad involuntaria que cualquiera tiene al dormir, no soy la excepción. El TV prendido… no me había levantado de madrugada como otras veces para orinar, pues en esta ocasión me había tapado con el edredón lo que alargo más mi tiempo de sueño y permitió pararme más temprano.
Al abrir la puerta del cuarto, la fuerza del frio impresionó mi piel que sintió el latigazo de su presencia. Me dirigía al baño, en bóxer, sin camisa, y descalzo. El trayecto fue casi una tortura por la frialdad descrita. De regreso, un suave olor a tostado me llamó la atención, y continúe a la cocina. Mi tía había montado una arepa. Y estaba casi lista en el budare. Las ganas de comer aparecieron… Si hubiese sabido que dichas ganas se convertirían en un momento desagradable la hubiese reprimido. Pero me deje llevar y le dije a mi tía que me hiciera una. Ella asintió y busque un poco de masa que quedaba en la nevera.
A los poco minutos; ya estaba en mi cuarto, respondiendo los mensajes aquellos, mi hermana entró Su cara reflejaba una bravura y molestia que me extraño.
-tu eres bien cómodo -dijo con el ceño fruncido y la voz ronca -en vez de hacer masa para todos.
-esa masa estaba ahí -dije, sin dejar la sorpresa – a lo respondió un par de cosas que me sonaron como un wawawo, es decir no escuche ni entendí nada. Me valió más bien levantarme, decirle a mi tía que no me hiciera nada. Tome el paquete de harina e hice más.
Ya monte las arepas. Fue lo que respondí en el mensaje que me preguntaban que si ya había desayunado. Todo cambio cuando me dijo que era bueno que un hombre cocinara. Que, que chévere cuando se honra a la familia, y que ella estaría esperando que despertaran los suyos para atenderlos.
La conversación fue grata, sonreí después del momento de tensión aquella. El tiempo había pasado y por poco olvido que debía ir a trabajar. Las arepas listan olían igual o mejor que la impresión que tuve en la mañanita al ir al baño. Eran muchas más y satisficieran no solo a mí, sino también a mi familia. Todo había cambiado y el ambiente de bromas que se había establecido se unió a mí, que al ver el montón de arepas, dijo que si me iría con la cavita a vender… reímos un instante y fui a vestirme y acomodarme.
A las arepas las acompañamos con un revoltillo de huevos que quedó delicioso. Mire con agrado como mis sobrinos comían en la mesa. Salí de la casa con el eco de la bendición de mi mama y mi tía. Puedes tener un mal momento y por ende un mal comienzo, o puedes intentar cambiarlo. Oponerte a lo malo y crear uno más placentero.
Buenos días había empezado el mensaje aquel que no había respondió la no noche anterior. Quizás era necesario dormir y responder hoy en la mañana con un real y optimista: ¡buenos días!