Me alegra verte de nuevo, hoy hace un día muy bonito tal parece que la madre naturaleza está contenta, seguramente está de cumpleaños un hada importante. ¿Te conté de cuando en una de mis 101 vidas fui hada? Ven y te cuento.

Fue una de mis primeras vidas, y fue también la única vez que fui hada. He nacido muchas veces como ser humano y como algún tipo de animal, pero como estos místicos seres solo tuve la oportunidad de vivir una vez.

Era un hada de la tierra, para que entiendas esto debo contarte que existen muchos tipos de hadas dependiendo del elemento que les toque cuidar, por ejemplo, hay hadas del agua, hadas del fuego, hadas del aire y así hasta cubrir todo lo que la naturaleza necesite mantener en equilibrio. No te confundas creyendo que somos solo objeto de la imaginación, fuimos creadas por aquel que todo creó y así como hizo al hombre y a la hermosa madre naturaleza, también nos creó a nosotras.

El trabajo de un hada de la tierra es el de proteger a los árboles. Un hada de la tierra vive el tiempo que viva un árbol, ya sabemos que pueden vivir muchos años. Nos encargamos de que el árbol elegido crezca sano y cumpla con su misión en la tierra, dar frutos, multiplicarse, dar cobijo a los animales y ser hogar de muchos otros seres vivos. Cuando digo ser hogar me refiero a que se viva en él o dentro de él. Un árbol no está para ser usado en construcciones u otros materiales a menos que ya haya cumplido su ciclo.

El que un árbol cumpla su ciclo es algo que a los seres humanos les ha costado mucho entender, y en su empeño por hacer más cómodo su paso por la tierra han asesinado infinidad de ellos. Es por eso que la ciudadela de las hadas generalmente se ubica en bosques muy densos y frondosos, donde le sea imposible o muy difícil al humano llegar.

Seguramente te da curiosidad saber cómo es el mundo de las hadas, o incluso saber cómo son las hadas, cómo lucen, que les gusta y que no. Pues bien te hablaré de las que yo conocí, porque de las otras tengo información muy vaga.

Un hada de la tierra nace cada vez que una semilla germina, y va creciendo poco a poco a medida que el pequeño árbol crece. Se va familiarizando con la plantita hasta conocer todo respecto a ella y cuándo ambos están lo suficientemente grandes ya son totalmente inseparables.

Estas hadas a veces son llamadas “Hadas verdes” por el color de su vestimenta. Los ropajes y atuendos son generalmente de algún tipo de verde, desde los más claros hasta los más oscuros. Son prendas realmente hermosas sobre todo por su brillo. Durante el día mientras el hada se mueve su ropa produce pequeños destellos de luz provenientes del contacto de su ropa con el sol, y durante la noche parecen pequeñas estrellas porque su vestimenta queda cargada de la energía solar y brilla con hermosos tonos. Mi traje era de color aguamarina, una mezcla de verde y azul, porque mi especialidad era comprobar que mi árbol se mantuviera siempre hidratado, y en mi constante comunicación con las hadas de agua me había convertido en una experta en el tema.

Nuestra alimentación era variada, nos gustaba mucho el néctar de las flores, algunas raíces que nuestros árboles nos brindaban, por supuesto frutas y la deliciosa miel que las amables abejas nos regalaban. Nunca comíamos de ningún animal, no está en nuestras costumbres alimentarnos de nuestros hermanos los animales.

Mi árbol era un hermoso nogal, y en él habitaban diferentes tipos de animalitos. Las más abundantes eran las ardillas quienes habían hecho en su tronco muchos agujeros a modo de casa, y en uno de ellos vivía yo. Era muy feliz, tenía todo lo que necesitaba y siempre me sentí protegida. Hasta el día en que los seres humanos descubrieron nuestro bosque.

Ya te conté lo importante que es para las hadas mantener al ser humano lejos de la naturaleza. Sé que suena egoísta y que tal vez pensarás que esta tierra es de todos, pero el ser humano se ha encargado de destruir todo lo hermoso que el creador nos ha regalado a través de la naturaleza, y a las hadas no les ha quedado otra salida que mantenerlos alejados.

A donde quiera que el hombre llega quiere reclamarlo como suyo, y empieza a matar los árboles que allí habitan para construir el su propio lugar, sin darse cuenta que para hacer su casa, acaba con los cientos de hogares de aves, animales, insectos, plantas y pare usted de contar.

Eso pasó aquella vez. Ya habíamos cumplido mi árbol y yo 214 años, todo marchaba de maravilla hasta que un día las aves empezaron a marcharse, aquello no era buena señal así que le pregunté a una de las hadas mayores, qué ocurría y me respondió que humanos habían colocado un asentamiento en las cercanías del bosque y que cada día se iban adentrando más y más acabando con lo que tenían a su paso. Me preocupé mucho, todos en la comarca lo estaban.

Pasaron algunas semanas y los humanos se acercaban poco a poco, ya eran muchas las especies animales que veíamos marcharse en busca de un lugar más seguro, pero nosotras no podíamos abandonar a nuestros árboles, era nuestro deber protegerlos. Allí había árboles muy longevos que debían ser resguardados.

Una mañana muy temprano y luego de revisar que mi árbol estuviera bien decidí volar a las afueras de nuestro bosque para poder ver que era lo que ocurría. Encontré un pequeño poblado ya establecido, con muchas casitas pequeñas y construcciones de distintos tamaños. También pude ver como grupos de hombres con diferentes herramientas cortaban los árboles cercanos para construir más casas y a medida que avanzaban iban dejando un escenario desolador.

Correteaban por aquí y por allá muchos niños jugando mientras sus padres y madres trabajaban. Cuando vi a los pequeños se me ocurrió una gran idea, así que volé lo más rápido que pude hasta el hogar de un hada de luz para contarle lo que tenía en mente.

Un grupo de hadas de diferentes tipos, agua, luz, aire, tierra y fuego se esparcieron por el pueblo y fueron encantando uno a uno a todos los niños. Al finalizar la tarde todos los niños habían sido presa del encanto y se habían marchado al otro lado del bosque, allí los recibieron muchas otras hadas, con deliciosos manjares, bebidas y juegos muy divertidos. Los niños no querían marcharse y olvidaron rápidamente de dónde venían, preferían pasar el tiempo con las encantadoras hadas.

Cuando los padres advirtieron la ausencia de sus hijos, se angustiaron mucho y emprendieron una ardua búsqueda, pero por mucho que buscaban sus hijos no aparecían. Llegaron a estar muy cerca de ellos, pero gracias al encantamiento de las hadas no podían siquiera verlos. Así pasaron los días hasta que las hadas vimos lo desesperados que estaban los humanos por la desaparición de sus pequeños, entonces una hada mayor decidió aparecer delante del más anciano de los hombres y le explicó que si no se marchaban y dejaban en paz a los árboles y animales del bosque no les serían devueltos sus hijos.

El anciano habló con su gente del poblado y aceptaron marcharse. Hasta que no estuvo fuera del pueblo el último ser humano con sus enseres recogidos, las hadas no devolvieron a los niños. Una vez seguras de que los humanos cumplirían su promesa empezaron a devolver a los pequeños. Los niños volvieron a regañadientes, pues en el mundo de las hadas lo habían pasado genial.

Aquel pequeño pueblo permaneció durante siglos como un lugar abandonado. Ningún ser humano se atrevía a vivir allí, decían que estaba encantado y que el que se atreviera a cortar un árbol o a lastimar algún animalito corría el riesgo de perder a su hijo.

Los niños que una vez fueron raptados por las hadas crecieron siendo amigos de la naturaleza, descubrieron otras maneras de construir sus hogares sin necesidad de cortar árboles y aprendieron a convivir con los animales sin explotarlos o matarlos injustificadamente. Gracias a estos niños hechos luego hombres, la historia de aquellas pequeñas criaturas se dio a conocer, a muchos les gustó, a otros les atemorizó. Desde entonces son infinitas las historias y cuentos que de las hadas se han inventado, nunca se podrá afirmar cuales concuerdan con la realidad y cuales con la fantasía.