Mass Effect 2: Vanguardia, la mejor clase jamás diseñada.

Mass Effect 2 es tal vez el mejor compromiso posible jamás creado con el fin de complacer múltiples audiencias de distintivos gustos. No sólo se esfuerza para darle a sus fanes una continuación digna de una de las mayores sorpresas videojugabilísticas del 2007, sino que a la vez que intenta traer una nueva audiencia, mejorando varios de sus problemas de ritmo (te estoy viendo, ciudadela y tus elevadores) como a la ver rediseñar sus porciones de shooter para traer una experiencia más intensa y adictiva.

De Mass Effect 2 se puede escribir mucho, y pienso hacerlo, pero primero quiero empezar enfocándome exclusivamente en una de sus clases de personaje.

Aunque servibles, las clases de Mass Effect 1 tenían poco que en verdad que las diferenciaran una de las otras. El sistema de ME1 estaba casi exclusivament enfocado en distintos poderes y habilidades pasivas cuya combinación definía cada clase y que muchos se repetían entre estas, restándoles demasiada identidad en el proceso.

Si bien las clases de ME2 tienen muchas habilidades intercambiables, Bioware solucionó el problema otorgándoles una habilidad exclusiva para enfatizar al máximo el estilo de juego de cada clase. El simple soldado recibía relentización de tiempo al apuntar, el infiltrador camuflaje óptico... y el vanguardia...

El Vanguardia recibía la habílidad más intensa jamás otorgada en un shooter o RPG, una pieza de diseño sin parangón alguno en el mundo de los videojuegos. El Vanguardía obtuvo la habilidad de una carga instantánea hacia un enemigo único con un ligero aturdimiento incluído, capaz de ignorar cobertura y altura. Un desplazamiento en la batalla único en su naturaleza al sólo poder usado ofensivamente.

Su potencial era casi infinito.

El Vanguardia era una clase de personaje específicamente diseñado para el tiroteo en distancias mínimas. Sus capacidades a largo alcance eran casi nulas y el arma de su oficio era la escopeta. De esta manera, El Vanguardia sacaba a relucirla teletransportándose en el acto frente a un enemigo, aturdiéndolo el tiempo suficiente como para liberar una bocanada mortal de su arma.

La Carga Biótica además reponía al instante los escudos del Vanguardia además de multiplicar su fuerza, ayudando al vanguardia sobrevivir el tiempo suficiente como para terminar a los en emigos cercanos o para buscar cobertura para esperar y repetir el ciclo ofensivo de nuevo.

La carga también tenía un tiempo de recarga de 6 segundos (casi 4 con suficiente reducción de recarga), lo cuál hace del Vanguardia una bola de demolición en perpetuo m ovimiento que escupe ráfagas de metralla, saltando fácil una docena de veces por tiroteos, y en todas esas ocasiones recorriendo varias decenas de metros al instante, convirtiéndole en un objetivo movil difícil de rodear.

Sin embargo, tal escenario sólo viene con mucha práctica. Aunque la Carga Biótica es fácil de aprender, es difícil de dominar. Las primeras horas de juego para un Vanguardia inexperto están repletas de innumerables pantallas de carga de todas las veces que una cargan precoz o mal pensada llevó al Vanguardia a una posición imposible, sobretodo en las dificultades más altas.

Cada fracaso no se siente injusto, no obstante, sino alienta al jugador aprender a templear su agresividad y convertirla en una agresividad táctica. Una agresividad meditada, una contradicción sin par que funciona de maravillas.

Es entonces que El Vanguardia no es precisamente una vanguardia de ataque, sino una unidad flanqueadora ultra móvil, capaz de diezmar por cuenta propia los flancos enemigos (inclusive atacar ambos flancos casi simultaneamente por cuenta propia, efectuando el famoso doble envolvimiento él mismo).

Así es como una simple habilidad hace que el jugador esté constantemente tomando decisiones mientras juega. Repasando en meros segundos los pros y contras de cada una de sus cargas, ya que estas tienen profundas connotaciones e impactos inmediatos o a lo largo del tiroteo creando un estilo de juego ultra-agresivo y ultra-movil que es increíblemente adictivo.

Para concluír, pocas clases de personajes traen tanto a la mesa a la hora de ofrecer una jugabilidad única y decisiones constantes como El Vanguardia, la mejor clase jamás diseñada en videojuego alguno.