Todos lo días me repito que no debo perder el norte.

Todos lo días me repito que no debo perder el norte, debo recordar cual es mi meta, que mis sueños no se esfumen debido a todo lo que nos ha tocado pasar como Venezolanos, que de nada sirve quedarnos como la victima del cuento, cada vez que me quiero rendir no lloro, simplemente me recuerdo que no soy la única que esta luchando batallas para alcanzar lo que quiere. Que tanto adentro como afuera del país se pasan calamidades y alegrías. Esto es lo que elegí y debo seguir porque sino nada abría valido la pena.

Hoy en día mis propias palabras me sirven de aliento, espero que le sean también de ayuda a alguien tras este muro.

Y me dije ¡Sabes que, a la mierda todo. Me voy del país! Esto acá no da para más. Diariamente siento que muero por dentro. La situación del país, voy del asco en la universidad y ya no puedo seguir tocando el fondo en el amor...

Recuerdo que en 2015 mi primera gran decisión fue cambiar de colegio pero AJA´ uno crece y pues las decisiones son como más grandes y de más impacto.

La realidad es que me sentía en el hueco, tocaba el fondo y había que buscar alguna forma de llegar a alguna superficie sin importar que. Nunca considere que seria ese "sin importar que".
No tome encenta que los últimos dos años de mi vida (2016-2018) estaba residenciada, y que la mayoría del tiempo mi mamá me dejaba el 50% de la comida lista para adelantar y no atrasarme en mis estudios. Por cierto que tampoco es que yo sabia cocinar mucho. Solo podía presumir de mis arepas y unas buenas panquecas.

Lo otro es la dependencia emocional que tenia con mis amigos, familia, pero mucho más con mi mamá, abuela , sobrinos y mi hermana. Lo que menos se me paso por la mente fue mi personalidad. Soy extrovertida pero mayormente muy penosa, no me gusta hablar con personas extrañas, o más bien me intimida la gente nueva,
jamás había trabajado en mi vida, mi madre y hermana no me lo permitieron, ya que pensaban que le tomaría amor al dinero. No me gusta estar bajo presión, soy a veces muy obstinada, no estaba acostumbrada a recibir regaños u ordenes. Realmente colapsaba bajo figuras de autoridad, solía ser la típica niña que seguramente si le ordenan algo en tono de voz fuerte pues se pone a llorar.

Mi primer trabajo fue vender ensalada de frutas en la calle. Madrugaba para picar la fruta prepararlas en unos envases súper cuchis (bonitos, nice) para luego salir a caminar y venderlos. El segundo trabajo fue en un restaurante de comida china, aunque digan que los chinos son muy explotadores se que también tienen una excelente forma de trabajar. Mis jefes eran exigentes y organizados, todo tenía una forma especifica que cumplir, era muy poco el descanso
que nos daban, siempre se tiene que estar ocupado en algo productivo, valoran la puntualidad, iniciativas para mejorar el trabajo, te incentivan a trabajar mejor, aprender para adquirir recompensas en el salario, son amables con sus empleados a pesar de las disciplina que imparten. El tercer trabajo fue diario en dos diferentes restaurantes, el día que me necesitarán estaba allí. Lo más duro de estos trabajos la verdad ha sido el aprender a hablar con los clientes, tomar los pedidos, de verdad sentía que colapsaba de nervios para tomar ordenes, no sabía que tenia tal grado de inseguridades. También se me hacia difícil agachar mi cabeza y olvidar todo lo que era en mi país natal, olvidarme que antes mi vida solo era estudiar, salir a pasear y disfrutar de mi familia. Me tomo meses asimilar el cambio pero me ayudo pensar en que ya había pasado por cosas peores en Caracas. Poco a poco me he ido encontrando a mi misma.
Ya voy para un año fuera del país, ya algunos familiares y amigos no escriben como antes para saber como estoy, yo tampoco les escribo supongo que por no ser una molestia.

Al principio llegaba llorando del trabajo pero tenía a alguien cerca que me recordaba que debía levantarme y seguir, por mi y por mi mamá, que si dejaba que mis miedos me superaran nunca iba a salir adelante. El cuarto trabajo fue en una papelería, en este dure un poco más, digamos que era como más mi área. Podía editar trabajos,
descargar cosas por las personas, sacar copias, etc , todo lo que correspondiente a una papelería. Después de un tiempo me quede sin trabajo y comencé a repartir volantes del Subway, a la vez que repartía intentaba vender galletas ya fabricadas, conocidas como las galletas turcas. Dure varios meses en eso.
Mi quinto trabajo fue en una empresa de Maquinarias de construcción y ferretería, estaba como secretaria y auxiliar contable. Este trabajo lo conseguí gracias a alguien que conocí en la papelería y me recomendó, aproveche que estaba haciendo un curso online de /"auxiliar contable". El trabajo no me duro mucho, necesitaban a alguien
con más experiencias, y pues también tenían un rollo todo raro con la facturación que no me convenció, dos empresas en una, doble facturación... Algo iba mal y no quería estar en líos. Después trabaje en un hotel por la noche, tenia que ser la recepcionista, también limpiar habitaciones y lavar las sabanas, este trabajo fue duro, ni idea
de como aguante las primeras noches porque yo suelo dormir desde muy temprano, el sueño me gana en todos lados. El jefe del hotel resulto un tipo desagradable, se metía con los empleados, en especial con un chico gay, lo discriminaba todo el tiempo, me daba mucha rabia que el chico permitiera ese trato solo porque necesitaba el trabajo, al final pedí la renuncia y de broma me pagaron. Después de ese trabajo, comencé en una cafetería, debía cocinar empanadas, papas, hacer jugos, almuerzos sencillos, a la vez atender y estar en caja, este trabajo tenía como más presión, pero me di cuenta que estar vendiendo galletas en la calle y repartir volantes, me ayudo a obtener más mi seguridad. De verdad sentí la diferencia.

Aun estoy aprendiendo muchísimas cosas cada día, tratando de no pensar en el pasado y en lo que "era" todo el reconocimiento que tenia en Venezuela. La verdad cada vez que pienso en eso aun me duele pero por lo menos no tanto como antes, he ido alcanzando metas, encontrándome conmigo misma, a pesar de que extraño mil cosas de mi país.

¡Amigos, disculpen mi mala ortografía!