¿Cuánto puede durar una amistad? Quizás, toda una vida.

Mi madre, de origen peruano, emigro a Venezuela con 25 años, motivado al auge del terrorismo en su país de origen; llena de sueños y esperanza recorrió casi 3 países para llegar a su destino, dejando atrás el calor de la familia, conocidos y amigos, pero lo que no sabia era que, su amiga del barrio también se vendría.  

Los años pasaron, con ellos también muchas vivencias, gratos recuerdos, y desdichas también, embargan su mente, aunque ya con la noticia de que su amiga se encontraba en el mismo territorio. Sin ayuda de la tecnología, hallarla se le dificultaba y más aun, cuando ni su propia familia sabia de su paradero.  

Hoy, 27 años después, se vuelven a encontrar. Con tantas historias por contar, nuevas personas por presentar, mas vividas, mas recorridas, pero con el mismo entusiasmo de aquellos momentos cuando jugaban con la tierra en su niñez. Inclusive, resulta conmovedor, poder observar las ansías de recuperar el tiempo que estuvieron alejadas; salir, bailar, largas charlas, intentado ponerse al día lo mas rápido posible. 

Casualidad o no, esa distancia se traduce a una estación de metro de diferencia, eso era lo que las separaba. Puede que se hallan visto e incluso intercambiado palabras, pero no era su momento, aún.

Es amargo ver que, se repite la historia en nuestra generación. Amistades que se rompen por la distancia, aunque no tenemos la problemática tan arraigada de no verlos, gracias al Internet pero, el calor humano, las experiencias propias de la edad, se verán pausadas y extintas por los kilómetros de separación. Sin embargo, no perdemos la esperanza de, quizás, un día volver a vernos.