Por primera vez en la historia de nuestros "paseos" decidimos alquilar una buseta, para evitar la locura del transporte público en zonas remotas. Como podrán imaginar, esta comodidad requiere de mucha más planificación y tiempo invertido en hacer que la gente se ponga de acuerdo y por supuesto la falta de experiencia no perdona.

Fuimos llegando en grupos a la biblioteca, luego de esperar un rato llegó la buseta pero aún faltaban tres personas por llegar, como tardaron demasiado decidimos salir sin ellos. Eran las 8:40 a.m. cuando salimos de San Cristóbal, el camino fue tranquilo. Pasando por San Pedro del Río, recogimos a Ángel y a Kevin, casi media hora después estábamos en Los Palmares, allí legamos a una bajada empinada donde la buseta no iba a poder con tanto peso, así que comenzamos la caminata... 

Luego de algunos metros donde no reconocía por completo el lugar temí haberme equivocado de entrada pero fue una falsa alarma, íbamos por buen camino. Fue impresionante voltear y ver a más de 40 personas caminando con nosotros, y de paso tener al fondo la buseta, creaba una sensación extraña, jamás habíamos sido tantos.

No pasó mucho antes de que empezara el show de clavados y saltos desde las piedras altas, esto es tanto divertido como desesperante para mí, no es difícil resbalarse y si no se tiene cuidado un paso en falso puede ser mortal, además no sería la primera vez que algo así pasa en la zona... Pero bueno, como diría Vicente, ir a un pozo y no saltar es como haber ido a una piscina, así que luego de gatear por la cueva y atravesar la cascada, yo también me lancé un par de veces.

Después de un rato de jugar con la cámara acuática de Gaby, descansar y comer, nos dividimos. La mayoría de los muchachos se fueron a explorar las aguas azufradas río abajo, otros se quedaron en donde estábamos y yo me fui al pozo que está más arriba a tomar fotos, bañarme y comerme el pastelito que me quedaba de la mañana.

A las dos de la tarde empezaron a llegar los que estaban abajo y a las 2:30 cuando ya estábamos todos empezamos a subir, aunque Armando se desvió junto con los que conocían un camino más corto, ellos nos avisaron pero ya íbamos adelante y honestamente en ese momento yo no confiaba en ese milagroso atajo, triste para mí porque resultó ser muy real y mucho más corto que el principal... Lección aprendida.

Al parecer toda la energía la dejamos en el agua porque la subida nos pareció más agotadora de lo que esperaba, por lo menos íbamos entre la selva y los matorrales, por eso no nos asoleábamos mucho, pero sin embargo tenía que parar muy seguido para descansar porque me costaba respirar. Cuando llegamos a la carretera de tierra, seguimos caminando hasta donde nos había dejado la buseta, pero para mi sorpresa la buseta no estaba ahí, eramos el último grupo y la buseta había subido sin nosotros, no sabíamos nada de los demás y ninguno contestaba el teléfono. 

Mientras más caminábamos más grande era la rabia que sentía, no podía creer que nos tocara caminar por esas cuestas hasta el pueblo, ya la sombra era mínima y el sol era inclemente, si me costó salir del monte ahora estaba realmente agonizando, el agua para beber se había acabado y no se veía ni cerca el final del camino.

Estaba tan molesta que no hablaba sino cuando era necesario, intentaba no echarme en el piso y quedarme ahí hasta que la buseta tuviese que regresar a recogerme o que todos se fueran sin mi porque yo simplemente sentía que no tenía por qué estar pasando por ese martirio, simplemente no estaba en los planes. Pero eso no era opción, más tarde luego de casi una hora caminando mientras me concentraba en poner un pie delante del otro recordé que tenía un paraguas en el bolso y lo usé para cubrirme un poco del sol, no quería volver a quemarme tanto como en El Rocón, pero poco después a Gaby, que venía tan cansada como yo, le dio un calambre y tuvo que sentarse en pleno sol, así que Diego me pidió el paraguas y se lo llevó para que no se asoleara más mientras los muchachos la ayudaban a recuperarse. They're very good people.

Llegamos a la primera casa donde había gente y Rafael pidió agua para todos, pero yo no me quedé a esperar y seguí subiendo, cerca encontré a Andrés que ya había llegado al pueblo pero bajó a ayudar a Wolkiria, entonces supe que estaba cerca. Cuando finalmente llegué a donde estaba la buseta, todos estaban descansando y bebiendo cerveza, yo seguía ridículamente molesta, dejé mi bolso y me fui a recuperar el aliento frente a la iglesia, en eso llegaron los muchachos con el agua y me volvió el alma al cuerpo. No llevábamos ni 10 minutos de haber llegado y ya los que estaban allí se querían ir, tenían casi dos horas esperándonos, se suponía que el plan era parar en San Pedro del Río de regreso y allá si beber algo y descansar, pero no, ya era muy tarde para ellos.

En fin, nos montamos y nos fuimos, yo iba aún echando humo hasta que Mayra y Emanuel intentaron explicarme que ellos también habían caminado, que el conductor subió solo como con 10 personas. Y bueno, realmente el problema fue por nuestra culpa, falta de organización, nunca cuadramos con el señor cómo debíamos regresar, al fin y al cabo mi molestia era porque tal vez confiaba en lo que yo creía debía ser el sentido común de los demás, pero no es así, lección aprendida (x 2).

Me calmé, porque ya no había más nada que hacer al respecto, ya no había forma de cambiar lo hecho. Cuando pasamos por San Pedro, el pueblo estaba a reventar, tanto así que costaba movernos por las calles abarrotadas de carros, ¡domingo al fin! Allí dejamos a Ángel y a Kevin, nosotros agarramos la vía de la autopista para volver a la ciudad, cantando las que nos sabíamos de la súper biblioteca musical del chofer y otros durmiendo, hasta llegar a casa con una nueva experiencia por contar.