Descubramos juntos un poco de los secretos dejados en esta película de culto tan simbólica y perfecta en su forma que se transforma en una experiencia única. Por supuesto este post contiene SPOILER así que es recomendable ver la película primero.

La calidad de una obra cinematográfica se define, en parte, por su habilidad para contarle al subconsciente una historia más profunda de la que disfruta la conciencia expectante, mediante el uso de herramientas tan subjetivas como el simbolismo, y es este quien le da dicho merito a la adaptación en la pantalla grande del “Relato soñado” (novela de Arthur Schnitzler), “Eyes Wide Shut”. La simbología con el toque perfeccionista del director Stanley Kubrick dieron vida a una de las producciones audiovisuales más ambiciosas y mejor lograda de todos los tiempos: cada objeto, cada escena, cada iluminación, están allí por una razón, todo tiene un por qué tan escondido a plena vista, que ni la repetición constante del film será una garantía plena para el entendimiento del mismo. Por esta razón el mejor homenaje que hemos podido encontrar, es el compartir los hallazgos resueltos por la humildad de nuestra mente y la veracidad del debate grupal.

Durante el desarrollo de toda la trama existen constantes las cuales, dependiendo del contexto, representan un hecho muy definido e importante, que ayuda a la comprensión de una escena y su significado: ejemplo de esto, los colores azul y rojo, que se repiten en varias ocasiones. Azul, es la representación de la inocencia, el amor conyugal y el hogar; por ende lo encontramos en: el color de la puerta principal en el apartamento de los Harford, la puerta de la habitación de su hija Helena, o la del consultorio del doctor Bill. Rojo, la infidelidad, el sexo y los celos; lo hayamos en: la puerta de la prostituta Domino, la mesa de billar de Victor Ziegler, el color de la pared de la tienda de disfraces, la alfombra de la mansión y la túnica del sacerdote que dirige la misa de la secta. La unión de estos dos colores simboliza la incertidumbre, lo podemos encontrar cuando Bill se encuentra, dudoso de la fidelidad de su mujer y pretende la decisión de traicionarla, frente al club Sonata Café con sus dos rótulos, uno de color azul y otro de color rojo, que representan la decisión de entrar y hablar con su colega (quien lo lleva a la esotérica mansión), o de seguir adelante para llegar a la casa con su mujer.

Un hecho muy particular también son los árboles de navidad, que serían muy comunes por la ambientación navideña sino tuviesen exactamente las mismas luces, en ellos (y en demás objetos) se representan los colores del arcoíris. El arcoíris simboliza la vida cotidiana y su banalidad, las mentiras de neón que ocultan la verdad, la realidad. La falsa rutina de la vida hipócrita presente en la sociedad. Es por eso que existen árboles de navidad iluminados con las luces del arcoíris, en todas las casas que visita Bill, exceptuando claro la mansión de la secta, por una clara razón. El subterráneo es lo apuesto al arcoíris, es decir: los oscuro, lo oculto, lo pagano. Por esta razón, y esto es una interpretación muy personal, las modelos que coquetean con Bill al inicio de la película lo invitan a acompañarlas “allí donde termina el arco iris”. Un lugar donde no existen los alborotos navideños, donde acaba toda farsa de las convenciones sociales, donde comienza lo secreto. Este mundo lo representa la mansión de la secta y lo que encierra sus paredes. Incluso puede existir una segunda interpretación, pues fabulosamente se cree que al final del arcoíris hay un caldero lleno de oro. Lo que rige este mundo subterráneo es el dinero de los poderosos, el oro de la alta sociedad. Cuando estas modelos mencionan dicha frase están a su vez invitando a Bill a unirse a lo pagano. Iniciarse en la secta del dinero.

Siguiendo con esta interpretación encontramos la tienda de disfraces, la cual se llama “Rainbow”. El último lugar antes de entrar a lo oculto. El Dr. Harford está a punto de llegar allí donde termina el arcoíris. Finalizando la trama, y tras la reveladora conversación con Victor Ziegler, Bill se da cuenta de la realidad oculta tras el telón de toda la farsa cotidiana. Está despierto ahora, es un ser iniciado. Cuando entra en su apartamento apaga las luces del árbol navideño. Los colores ya no tienen necesidad de estar. Continuar con el engaño sería inútil.

Existe también, dentro de la importancia de los estratos como un objetivo de la película, la representación de las jerarquías sociales, las cuales se reflejan mediante las diferentes viviendas. La prostituta Domino y su compañera viven en un piso minúsculo, oxidado y todo desarreglado, del cual Bill decide describir, más por compromiso, como acogedor; luego de una breve pausa midiendo sus palabras. Domino y su compañera pertenecen a un nivel mucho más bajo del estrato social. Por lo menos una de ellas es una clara prostituta y posiblemente drogadicta.

El siguiente nivel es el del propio protagonista. Bill no sufre complicaciones económicas. No es rico, pero si posee una clase que roza la media-alta. Puede que las paredes de su hogar estén abarrotadas de cuadros por el hecho de que Alice es una antigua galerista de arte que se encontraba en paro. Sin embargo este representa el más bajo estrato en la clase social real. Por encima del joven doctor encontramos la casa de Victor Ziegler, un personaje perteneciente al estrato del poder verdadero, y junto a él (incluso puede que un poco por encima) todos los pertenecientes a la secta secreta. Este contraste es más notorio por la forma en la que se delata Harford al entrar a la mansión de la pequeña burguesía. Pues entrar en un taxi mientras todos llegan en limusina y dejar en su abrigo el recibo del alquiler de su disfraz, es una clave muy notoria de la diferencia adquisitiva.

Muchos otros símbolos pueden encontrarse en toda la producción, innumerables detalles que definen el significado original y las intenciones del director: el poder, los celos, el dinero y lo oculto. Años pasaran hasta que se descubran todos los secretos inmersos en cada secuencia. Es una cinta que se disfruta su primera vez y cada vez que la repites descubres algo nuevo. Es una oda a la naturaleza real de la sociedad, dos horas y quince minutos de lo que muchos ignoran.