_{Photo by Nik Shuliahin on Unsplash}

ANSIEDAD.

Quizás la noche no sea suficiente,
este descontrol no es un sueño,
necesito alimentarme, aunque sea en el silencio
donde puedo oír mi hambre haciendo su trabajo.

Mis pensamientos se nublan,
van tejiendo una urdimbre de deseos,
quiero recordar otros momentos
cuando mis ojos buscaban sin control otras superficies.

Enloquecidos por el movimiento de su andar
mis manos se sentían navegar blancas superficies,
piel de aterciopelada espuma, deseos sin control para mis emociones,
jineteando extensiones de sueños.

Muchas veces era un andar a ciegas,
rememorando las laderas de un cuerpo femenino,
montañas precisas para saciar el prurito, el nudo salivar,
la pesadilla de la soledad que me iba envolviendo.

Ofuscado, busque otros derroteros,
que son los que ahora me consumen
y pasan por mi mente como cuchillos cortando la calma
adornando el tiempo con mesones cubiertos de manjares.

Era otra obsesión, pieles doradas por el fuego,
donde el olor me ahoga, mi olfato es un instrumento de tortura,
destruye mi calma, me deja perecer en la ansiedad.
Me dibuja todo un mundo irreal donde las figuras sinuosas de la lujuria
vuelven a presentarse con la finalidad de extinguir mi infortunio,
de hacerme enloquecer.

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