De regreso a casa...

Saludos Steemianos. Existen circunstancias en nuestras vidas capaces de inhibirse por culpa de nuestros actos, sean para bien o para mal, solo es, enfrentando esos fantasmas el mejor remedio para establecer la realidad de ellos. A continuación el texto para su consideración y comentarios.

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Salí. Entrecerré la puerta y caminé. Las zapatillas deportivas amortizaban cualquier sonido. La cautela es mi mejor aliada. Tomo el autobús. A partir de aquí comienza la historia.

Mi mente se enfoca en los hijos, solía hablar con ellos. Dignos representantes de la familia Pitier. Susana limpiando como loca la casa, su gran preocupación. Verla relucientes, aunque a mí, si les digo, no me importa.

Pepe el perro labrador atrás de ella, desordenando cualquier indicio de acomodo a todos nos da mucha risa. Esa es mi familia.

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El regreso es largo, entre trochas y caminos, sin conocer a nadie, solo me dejo llevar por el instinto y los recuerdos que me abrigan ahora.

Añoro el estar con ellos, sentado en la mesa cenando, sin importar sus quejas o las peleas normales de sus desencuentros. ¿Cuánta falta hacen?

Perdí contacto desde que me vine a esta pocilga de la cual estoy huyendo. El poco dinero que tengo lo utilizaré para ayudarlos a culminar muchos de sus sueños.

La película se proyecta frente a la ventanilla del autobús, muchas veces opacadas por mi aliento, empañando la vista externa de la carretera. Estos segundos transcurren rodeados de cuerpos sin sentidos, con rostros, tal vez, igual al mío.

Ahora que reflexiono. No había ningún sentido el haberme alejado. Se trata de la historia asombrosa que jamás hubiese imaginado.

Tuve que haberlo hecho el día de la celebración de nuestros 20 años de casados, de los cuales 8 están perdidos en este mundo ajeno a ellos.

-Buenos días, papá

-Buenos días, hijos- continúo observándole sus bellos rostros

-Buenos días, Susana – acaricio levemente la cintura de mi esposa

-Buenos días, Samuel, se acerca arreglando la mesa.

-¿qué hay para desayunar? el viaje fue largo ¡tengo hambre!

-Qué bueno, has regresado con energías, eso es saludable- susurró ella

-Con energía, pero con mala cara- respondo

-¿Descansaste?, tienes ojeras…

Esa simple conversación sería el preámbulo de mi llegada.

Comenzar una nueva vida.

-Señor, disculpe hemos llegado a la estación- me despierta el colector

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Me estiro lo más que puedo, por fin cerca de mi hogar. Saldré del terminar trasladándome dos cuadras a pie, sí, solo dos cuadras de mi hogar.

Las emociones comienzan a alterar mi cuerpo, un escalofrío me abruma por cada metro que adelanto.

Es extraño, todo ha cambiado, son los nombres de las calles, pero con apariencias distintas. Veo la casa y no se parece a la mía. Me acerco y es otro jardín, otra fachada. No escucho los ladridos de pepe, que habitualmente a esta hora pide que lo dejen salir para hacer sus necesidades.

Parado en la entrada, hasta la puerta se muestra distinta. Miro de reojo hacia las casas de los vecinos confirmando que si es la mía.

Encienden la luz, escucho pasos, suenan cucharillas revolviendo algún té, debe ser Susana en sus quehaceres cotidianos.

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Llevo el puño de mi mano frente a la cara, toco la puerta tres veces. Queda todo en silencio. Sudo más de lo normal, la espera se hace larga. Escucho el sonar de unas llaves. El movimiento del cerrojo y el giro minucioso de la manilla, es una imagen en cámara lenta. Se deja escuchar el rechinar de las bisagras mostrándose poco a poco el interior.

Termino de empujar la puerta. Casi me desmayo. La sala yace vacía, con mucho polvo y tela de arañas en cada rincón visible. Una cinta amarilla que dice prohibido el paso.

Logro visualizar un trozo de papel sucio y maltrecho

“Parte policial: Investigación 395-48. Caso abierto. Asesinato de la familia Pitier. Sospechoso: Samuel Pitier. Desaparecido…”

Decía...

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J.R.M.(@siondaba)

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Gracias por leer. Hasta la próxima.

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