Es curioso como el ser humano teniendo el don de la comunicación, no seamos a veces capaz de usarlo en todo su esplendor, a veces solo nos conformamos en comunicar y expresar “lo que tiene más sentido”, “lo más conveniente”, "lo que el otro quiere oír" aunque eso signifique que sea lo más alejado a lo que queremos decir . Y esto hace referencia tanto a emociones positivas como a emociones negativas.

Las palabras que no se dicen, las emociones que no se expresan, los pensamientos que no se comparten se acumulan como el agua de una represa sin aliviadero, sigue llenándose hasta desbordarse.

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¿Alguna vez le has querido decir algo a alguien pero que a la final no lo hiciste por: miedo, vergüenza, orgullo? ¿Alguna vez te has quedado sin agradecer a alguien que está lejos? ¿Alguna vez el hecho de no decir “lo siento” o "perdóname" se ha convertido en un saco de culpa con el que tienes que seguir cargando? ¿Te reservaste los “te amo” y los “te quiero” a esa persona especial que siempre ha estado allí pero que por ciertas circunstancias, ya no se lo puedes decir?

Todos tenemos emociones, es lo que nos hace humanos, el problema radica cuando esas emociones se desbordan, como cuando en una discusión intervienen los gritos y la rabia, eso se traduce a inconformidad y disgusto no dicho acumulado que cuando llega al tope, por un sitio tiene que salir. Aun cuando exista la tristeza, la nostalgia, la rabia, si alguna de estas viene acompañada con arrepentimiento, entonces aparecen los “si hubiera…” y nos dejan ese sabor amargo de querer cambiar el pasado, manteniendonos anclados a el.

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Lo que no se dice y no se expresa se convierte en una mochila de piedras inconsciente que cargamos en la espalda y se va llenando a medida que sigamos guardando sentimientos, llegando el momento en que se vuelve tan pesada que ya no podemos cargarla, pretendemos seguir caminando con una mochila que hay que llevar a rastras , hasta el punto que ya se hace muy difícil caminar, en ese momento en que estamos detenidos, tenemos dos opciones; intentar seguir caminando con un bolso tan lleno, o empezar a sacar una a una las piedras que, pueda que sean muchas, pueda que se tenga que invertir algo de tiempo, pueda que hasta que hay que dejar una que le habíamos tomado cariño, pero que aun así, al intentar tomar la mochila nuevamente, está ya no es como antes, su peso ha disminuido significativamente, permitiéndonos reanudar nuestro camino sin preocupación alguna.

Dice el gran escritor Miguel Ruiz

“Las palabras son la herramienta más poderosa que tienes como ser humano, el instrumento de la magia. Pero son como una espada de doble filo: pueden crear el sueño más bello o destruir todo lo que te rodea. Uno de los filos es el uso erróneo de las palabras, que crea un infierno en vida. El otro es la impecabilidad de las palabras, que sólo engendrará belleza, amor y el cielo en la tierra. Según cómo las utilices, las palabras te liberarán o te esclavizarán aún más de lo que imaginas. Toda la magia que posees se basa en tus palabras”

La buena noticia es que seguimos vivos, seguimos respiramos, aún podemos hablar. Si aún hay posibilidad de reparar o hacer aquello que no hicimos o dijimos, ¿Qué estamos esperando?. Si lo que había querido decir ya no lo puedo hacer, aun no es el final. Todo se traduce a lo que tengas y a quienes tengas ahora. Ama a quienes aún tengas en vida, perdona a quienes te han hecho sufrir, haz que lo que quieras intentar hacer y lo más importante, perdonémonos a nosotros mismos.

Aun cuando es gratificante hacer sentir bien el otro, nada se compara con la sensación de estar bien consigo mismo, de manera que si se aprecia, se agradece, se perdona y se ama, no es por el otro, si no es por y para nosotros mismos, porque todo eso esta dentro de nosotros. Lo que soltamos y aceptamos, nos da un gran bienestar, se realiza una catarsis, nos da un gran sentimiento de paz y tranquilidad. Vivir sin arrepentimientos debe ser de los mejores placeres en la vida, un tesoro que aunque a veces es difícil de lograr, está al alcance de todos.

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