Reseña fílmica XLI: Goldfinger (1964)

Tercera adaptación de la saga literaria de Ian Fleming y el tercer filme protagonizado por el legendario Sean Connery, Goldfinger nos presenta una nueva aventura del mítico agente 007. El villano de esta ocasión es un magnate de la industria de los metales preciosos con aires de científico loco llamado Auric  Goldfinger (interpretado por Gert Fröbe); si bien el tipo parecía estar participando en un contrabando de lingotes de oro macizo a gran escala, aquello era solo una fachada para una actividad mucho más siniestra: hacer explotar la bóveda de Fort Knox con una bomba atómica con el objetivo de inutilizar las reservas y aumentar el valor de sus reservas personales.

Sean Connery es conocido como el primer actor en encarnar a James Bond, un reconocimiento por mérito propio, pues le otorga a Bond un encanto que de seguro el de los libros posee junto con su carisma impecable.  Un detalle que hay que destacar aquí es que el Bond de Connery no se deja dominar tan fácilmente por las emociones como ha sucedido en el Bond de Timothy Dalton y el de Daniel Craig;  un ejemplo claro de esto es la reacción de Bond ante el recordatorio de M (interpretado por Bernard Lee) de que debía actuar con profesionalismo. 

La actuación del reparto estelar fue muy buena y versátil, al menos en mi opinión. La fotografía y la banda sonora fueron sin duda los mejores aspectos técnico del film; en cierto modo genera un aire de nostalgia ver los paisajes verdes y coloridos de Europa y las costas azules de Miami, al menos en lo que respecto a las épocas anteriores al cambio climático. La melodía de John Barry es hoy día un referente en la cultura popular; no hay persona que conozca que no la conozca sin que te mencione a James Bond. 

El guión fue interesante, más si es la adaptación del libro homónimo; de repente te encuentras sentada, pensando que Goldfinger es un loco obsesivo con aumentar su fortuna por medios nada honorables o de que Bond y sus aliados fueran tan ingenuos como para no poner mayor seguridad al aeropuerto cuando un criminal como Goldfinger anda suelto.

No sé qué tan difícil sea conseguir las novelas de Fleming aquí en México, pero espero tener al menos uno de los libros en mis manos para leerlo y reseñarlo algún día. Por ahora, me conformo con ver sus adaptaciones.