Mi encuentro con Lucifer | Creepypasta

in #steempress6 years ago

¿Crees en Dios? ¿Has sentido en algún momento de desesperación que tu Dios te abandona y te deja morir como un animal atropellado en medio de la carretera? Estoy seguro que sí. Y, aunque yo no me considero una persona creyente ni religiosa, debo confesarte que, un día conocí lo más cercano al Diablo. Ya sabes, Satanás, Lucifer, Belial, el rey de los pecados, etc. Y si te cuento esto no significa que salí bien librado de aquéllos encuentros…desafortunados, por llamarlos de alguna manera.

Resulta que Lucifer no es tan malvado como lo pintan. En realidad, él se divierte con todas esas representaciones que las religiones han hecho acerca de su apariencia. Yo nunca le vi los cuernos ni la cola. Sin embargo, no me cabía la menor duda de que se trataba del señor de las tinieblas. Y si me preguntas por qué me escogió a mí como su… bendecido… no sabría qué responderte. Seguramente fui el primer idiota que se le cruzó y ya. Ahora bien, nuestro encuentro fue largo e impactante.

Cuando iba haciendo mi recorrido habitual hacia la universidad, bastante desesperado por la cantidad de personas que se aglomeraban en los vagones, noté algo sumamente extraño. Una mujer estaba viéndome fijamente desde el carril del tren en dirección contraria, es decir, había dos trenes de distancia entre nosotros. En primera instancia, pensé que se trataba de mi imaginación o que simplemente estaba exagerando los hechos y la mujer ni siquiera tenía la más remota idea de quién era yo. Lo extraño ocurrió cuando vi que se lanzó a las vías del metro y, un segundo después, éste le pasó por encima. Sentí el terror recorrer mi ser: un hueco en el estómago y un frío espectral cubrió mi cuerpo entero. Grité. Sin embargo, nadie más estaba asombrado por aquél suceso. Es como si a nadie le hubiese importado que una mujer que lanzara a una muerte inminente. Nadie se inmutó. Consternado, le pregunté a la chica que estaba junto a mí, también esperando el tren, que si había visto a la mujer que se acababa de lanzar. Ella me miró con extrañeza y dijo que no había nadie frente a nosotros antes de que el tren del otro lado llegara. Esto, en vez de tranquilizarme, me perturbó aún más. Estaba completamente seguro de que no había sido producto de mi imaginación ni nada por el estilo; además, había dormido bien la noche anterior, y no me encontraba bajo el efecto de ninguna sustancia alucinógena.

Todo hubiese terminado conmigo, cuestionándome acerca de la veracidad del suceso, si no hubiese pasado que, después de que el tren avanzara, el cuerpo de la mujer apareció en las maderas que unían los rieles del tren, lleno de sangre y con varias cortadas por todas partes: se levantó. Su mandíbula solamente colgaba por una tira de carne que seguía adherida al resto de la cabeza. Su vientre estaba abierto y con ambas manos en la posición de un padre nuestro en la iglesia, sostenía sus intestinos. El hueso de la rodilla izquierda estaba salido y cojeaba. Sus ojos eran absolutamente negros.

En ese momento lo supe: no estaba alucinando. Lo que veía ahí era real. Di dos pasos hacia atrás y choqué con una anciana. Ella me miró sonriendo y me dijo:

-Es bastante fea, ¿verdad?

Me quedé atónito. Sentí una ola de felicidad al saber que no me estaba volviendo loco.

-Sí -respondí-. ¿Cómo es usted puede verla, pero nadie aquí se inmuta siquiera? -pregunté mientras volteaba a ver una vez más a la muerta viviente. Se acercaba lentamente hacia nosotros.

-Es simple, muchacho -la anciana me tomó del brazo. La razón es que ya soy una anciana y, mientras más cerca estás de la muerte, este tipo de apariciones son comunes. Pero olvida a la joven de las vías por un momento, ella ya no estará. El punto es que necesito tu ayuda. Y más que una petición, será un trato. Me llamo Lucía, pero todos me dice Luci. Lo único que necesito es que llames a este número en cinco minutos. Debes pedir que vengan por mí a esta estación. Soy vieja y no tengo un celular (y la verdad es que tampoco me interesa tener uno). ¿Podrías hacer eso por mí?

-¿Pero qué me dice de aquella cosa? -dije, mientras señalaba las vías del metro. Ya no había nadie. Aquella mujer muerta había desaparecido.

-Ni siquiera intentes buscarle una explicación. Sin embargo, ella volverá a no ser que me ayudes. Es importante que lo hagas. Marca antes de subirte al vagón del metro, no vaya a ser que te quedes sin señal.

-¿Cómo que volverá? ¿Qué demonios era eso?

-Muchacho. Sé que te generación es muy distraída, pero en realidad existe algo más allá de la muerte y, si no quieres pertenecer a ellos antes de lo previsto, deja de hacer preguntas y marca el número. De lo contrario, habrá grandes consecuencias.

Estaba anonadado. ¿Quién diablos era aquella anciana y a qué se refería con que existe algo más allá de esta vida? Totalmente abrumado y con un montón de pensamientos, decidí hacer lo que la anciana me pidió. Llamé al número y avisé que la pasaran a recoger. Ella me agradeció y me pidió ayuda para subir las escaleras, pues en esa estación no había ascensor. Consternado, accedí sin siquiera pensar en lo que estaba respondiendo. Era como si todo lo que me estuviese diciendo aquella anciana fuera la verdad absoluta. La ayudé con su bolso (que estaba bastante pesado) y, cuando llegamos a los torniquetes de salida, una onda expansiva me lanzó contra el suelo y un ruido ensordecedor cubrió todo mi ser. El metro había explotado. Mi instinto de supervivencia me gritaba que debía salir de ahí, pero mi cuerpo no respondía. Había humo y fuego por todas partes. Lo último que vi fue la silueta de aquella anciana subiendo las escaleras por sí misma. Después me desmayé y desperté en el hospital.

-Una maravillosa historia, señor Martínez. Sin embargo, las cámaras de seguridad del metro jamás encontraron a aquella “anciana” de la que nos cuenta. Además, se le ve solo y nunca le dirige la palabra a nadie. Por si esto no fuera poco, señor Martínez, milagrosamente el explosivo no se consumió en su totalidad y lograron rastrear la llamada que activó la bomba. El número coincide con el suyo, señor Martínez. Creo que con eso basta, ¿o no, honorable jurado?

Fui declarado culpable por el mayor atentado terrorista que ha sufrido mi país hasta el día de hoy y la próxima semana recibiré la inyección mortal. Lo único que espero, es no tener que encontrarme con aquella anciana, allá a donde quiera que vaya.

Pintura influenciada por Lucifer

Fuente


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