¿Cuál Moral?
Hubo un tiempo en que los mitos y las creencias religiosas gobernaban férreamente el corazón de los hombres. En ese entonces todos los problemas relativos a la convivencia social tenían algún origen religioso.
Asuntos como decidir cuál proceder era correcto y cuál estaba enmarcado en la buena voluntad no eran problemas, bastaba con remitirse a las palabras divinas para encontrar las respuestas.
Todo comportamiento apegado a los cánones era aceptado, bueno y conveniente y el resto, pues sencillamente era censurado, tachado de errado o inaceptable.
En ese contexto hacer las correcciones necesarias para que el descarriado encontrara el camino de vuelta a lo que la sociedad requería de él era relativamente sencillo. Se reforzaba el conocimiento del canon, apelando a una mayor penetración del conocimiento religioso en la vida personal.
La fuerza de ese modo de vivir descansaba en la confianza depositada en las instituciones encargadas de ser custodios de ese conocimiento que regía las normas de la vida, en el caso de Occidente, principalmente la Iglesia.
Pero llegó un momento en que el hombre decidió liberarse de esas imposiciones. Aunque hubo quienes llegaron a propiciar la total muerte de las normas, la sensatez se mantuvo y se aceptó que la norma era necesaria para poder vivir en sociedad.
Lo que si cambió fue la fuente de donde surgía la decisión de escoger entre lo bueno y lo malo. Ahora la mirada bajó de los cielos a la tierra y se pensó que la poderosa razón humana era suficiente para establecer alguna idea de moralidad que conectara todas las voluntades para la convivencia civilizada.
La construcción de esa nueva moralidad no ha sido fácil. El hombre de los últimos trescientos años ha vagado sin rumbo claro. Cualquier revisión a la literatura de las dos últimas centurias podrá encontrar las mismas denuncias sobre las insatisfacciones de la vida social, varían un poco los escenarios pero en el fondo los problemas son similares.
En palabras de nuestro tiempo se pudiera afirmar que hay una crisis de valores que se extiende a lo largo de siglos. Quizás Frederick Nietzsche hablaría de un eterno retorno, de una realidad que se repite inexorablemente.
En el temprano siglo veinte el filósofo alemán Martín Heidegger dio una buena pista para entender la dificultad de encontrar esa nueva moralidad que satisfaga la expectativa humana: “Los dioses del ayer se han ido; los del mañana no están aún a la vista”.
Un problema grueso que confronta esa creación del código moral es que no hay una fuente clara y confiable para ensamblar algún consenso. ¿A qué apelar en un mundo donde hay tantos puntos de vista?
La enorme complejidad de la actual vida humana dificulta mucho más la tarea. El relativismo de los tiempos actuales podría ser una piedra en el zapato.
Sin embargo, hay conciencia en que es necesario explorar alternativas. Prueba de ello son la cantidad de organizaciones y tratados que se han creado (sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XX) con la finalidad de integrar la mayor parte de la comunidad mundial a discusiones que tienen que ver sobre cómo ordenamos la vida en el planeta.
Pero no es fácil la tarea de establecer con cuáles ideales educar a la sociedad, cuáles deben ser “los valores” que se conviertan en estandartes de campañas mundiales, dónde todos podamos coincidir.
Al abandonar los Dioses el hombre quedó solo en esta tarea, queda confiar en que la infinita capacidad humana sea capaz de encontrar la ética de los nuevos tiempos.
Gracias por su tiempo.
Fuente de la imagen editada digitalmente. I
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Es complejo precisamente por esa diversidad de puntos de vista y por el hecho de que creemos que todos son igualmente válidos. La tolerancia muchas veces degenera en anarquía. Para establecer un sistema de valores, debe apuntarse a buscar lo que sea edificante para la humanidad (colectiva e individualmente) y no perseguir el imposible de satisfacer a todos por igual. Excelente post. Gracias por compartir.
Sí, es un tema difícil. Comparto contigo en que todas las opiniones no son válidas, el problema es ese precisamente , el de establecer la cualidad de lo que es válido. Gracias por la visita y por el tiempo que dedicas a leer y comentar. Abrazos.
Un cierre digno de ser interpretado pero que sin duda alguna me hace pensar y repetir siempre la misma palabra, incertidumbres. Será complejo determinar algunos comportamientos sociales. Saludos.
Sí, mi querida Belkis. Somos muchos y cada uno tiene "su forma de matar piojos", en esas circustancias no es fácil establecer lo conveniente, pero hay que hacerlo aunque no todos estén conformes. Gracias por la visita y el comentario. Abrazos grandes.
Muchas gracias por el apoyo.