Divagancia
Desde hace algún tiempo salgo muy poco. La mayor parte de mis días los paso o en mi casa o en mi entorno inmediato, este no sobrepasa los dos o tres kilómetros cuadrados. Pudiera parecer un espacio pequeño; sin embargo, en ese reducido espacio hago casi todas las cosas que necesito para mantenerme, camino, hago las compras, veo el sol, siento la lluvia, en fin…
Una de las razones por las que evito las salidas es porque me está abrumando ver a la gente.
Debo reconocer que nunca me he sentido muy cómodo entre el gentío, he sido más bien de temperamento ermitaño. Las únicas multitudes que no me aburren son las de las procesiones religiosas y las de las protestas reivindicativas, de resto prefiero los grupos íntimos.
Pero es verdad que aún así, con esa tendencia al aislamiento, ha sido una necesidad para mí salir al exterior, tomar contacto con otros aires y otros olores distintos a los que se van macerando en mis habitaciones; he necesitado patear la calle, sentir el calor del asfalto en la planta de los pies. Me levanta el ánimo sentir los murmullos sordos que me van llegando como ecos cuando camino por alguna acera de una calle transitada, sobre todo en las horas picos, cuando hierve un mar de gente. Pensaran que es un poco contradictoria, pero bueno…
Sin embargo, poco a poco he ido perdiendo ese placer que me deparaba ese pequeño instante de encuentro con el bullicio. Me ha ido ganando el desgano. Evito en lo posible salir al centro de la ciudad.
He reflexionado sobre esto. ¿Por qué ese cambio en mi ánimo? Así de primeras pensé que eran cosas del almanaque. Dicen que con el paso del tiempo uno se va volviendo más sedentario, que la bulla le resuena magnificada. Es verdad, la bulla empieza a molestar. Pero no. No es ese el motivo de esta apatía que me tiene amarrado a mi pequeño entorno. No es por alguna condición atribuible a mi edad, creo yo…
Al comienzo les comenté que me estaba abrumando ver a la gente. He llegado a la conclusión de que esa es la verdadera razón de mi encierro, estoy casi seguro.
Desde hace algún tiempo cuando salgo, cuando me monto en la camioneta, estoy percibiendo algo que no me era familiar, digamos que es nuevo. Me ha dado por ver a la gente como más doblada, más acabada, más envejecida, con los hombros recogidos y echados hacia dentro, cabizbajos, con la mirada medio perdida. ¿Vainas mías? Quizás. ¿Lo que veo es mi proyección del asunto? Puede ser, ¿Quién lo puede negar? ¿Qué lo que quiero ver es eso? Vaya usted a saber…
El caso es que esa sensación de que cada vez me encuentro más gente como la que he mencionado me tiene bastante recluido. No quiero salir a encontrarme con esos rostros, con esas actitudes, con esa mala vibra. Afortunadamente para mí, soy de los que se pueden dar el lujo de no salir. Estoy jubilado y puedo pasar gran parte de mi día inventando vainas por internet. Total...
Un asunto que si me animaría mucho sería poder salir a la calle a encontrarme con alguna pequeña rebelión, eso sí sería glorioso. Creo que sería el único remedio capaz de reencontrarme con el asfalto. Todos los días pido porque llegue ese día. Entre tanto sigo aquí, refugiado entre estos bytes.
Gracias por su tiempo.
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Pues yo tampoco quiero estar en la calle, antes iba a centros comerciales, solo a ver vidrieras con mi hija, pero la falta de dinero en efectivo por las colas en los bancos, no pienso en salir, salgo al trabajo, compro comida cerca y para la casa. Veo gente urgando a veces en la basura, me parte el alma. Hoy los muchachos del camión de aseo se les accidento el camión me acerque, me dijeron que tenian hambre, con el tosty arepa hice ocho arepas y lo rellene con lo poco que tenia, un poco de queso, con dos huevitos hice un revoltillo y un poco de mantequilla y a comer, ellos dijeron que les supo a gloria. Pobrecitos pasan más trabajo.
Ya casi no salgo a caminar con mi perrito Nano, todo aqui cerquita dentro de la urbanización, me da un poco de temor caerme por alli. Bueno la vida sigue y nosotros estamos montados en ella. Un abrazote @irvinc
Qué broma. Sacra. Me imagino que estando allá no resistiría la tentación de salir a ver el mar. Muchas gracias por la visita y el comentario. Abrazos.
El mar aqui tiene una energia unica, digame el cerro el Morro en la ciudad de Lecheria, un lugar espectacular. Voy acompañada cuando me acerco por alli. Hoy te extrañamos en el programa de radio, te nombraron porque siempre nos acompañas, seguramente tenias algun compromiso. Un abrazo @irvinc
¡Eres mi héroe, @irvinc! Me encantan tus palabras. Me encanta que escribas sobre lo que vivimos a diario. Creo que muchas personas que conozco están haciendo lo mismo que tú y yo me sumo a todos ustedes. Es un fenómeno social, producto de este sistema político que tenemos. Vivimos una "juventud prolongada" casi en claustro. Te abrazo.
Es cierto eso que dices, que uno ve la proyección de lo que lleva adentro. ¿Será? Bueno... yo tampoco salgo muy lejos de unos kilometros a la redonda, sin embargo hay lugares por los que me gusta caminar, calles que son muy frescas y verdes. Si estuviera en Oriente me gustaría salir a la playa o el río. Pero es cierto eso de que en muchas partes uno se tropieza con el hambre, la miseria, la tristeza... Nos toca continuar el camino y resistir.
Sobre las rebeliones, tengo el defecto que a veces me las armo yo misma jajaja, y bueno, a veces no conviene ;-) Pero sí que de vez en cuando hacen falta.
Un abrazo amigo @irvinc