Las propias plantas y el ambiente que rodea al maravilloso mundo de los bonsáis parecen extraídos de la imaginación, de un sueño hecho realidad. Las dimensiones se reducen hasta convertirlo todo en diminuto y las técnicas de cultivo han de ajustarse a tales circunstancias.
El cultivo del bonsai no es posible de desempeñarlo si no lo realizamos a través del apoyo y la ayuda de un número mínimo de herramienta básica. Algunas, perfectamente podría extraerse de las que den forma habitual empleamos en nuestro jardín, Cómo son las tijeras de podar. En otros casos, y por cuestión de tamaño, pueden resultar de gran utilidad determinados accesorios de aseo personal, Cómo ocurren con los cepillos de dientes, las pinzas y Las tijeras de pequeñas dimensiones.
Del mismo modo, la cocina y la caja de herramientas supone una fuente inconmensurable de elementos útiles para el cultivo del bonsái. Los casos más representativos lo encontramos en las navajas, los tenedores, cucharas, coladores, brochas, alambre de cobre o aluminio, tenazas y un largo etc, con el que se puede completar un kit de jardinería miniaturizado al alcance de todo el mundo.
Respecto a los cuidados y las técnicas de cultivo que necesitan los bonsái para mantener sanos, mostrando un aspecto inmejorable, podemos crear dos grupos principales de útiles herramientas. Por un lado, figuran todos aquellos que precisamos para cultivar ejemplares jóvenes, sobre los que no se pretenden llevar a cabo grandes modificaciones, sino satisfacer los requerimientos esenciales para su mantenimiento y supervivencia. Por otro, aparecen los específicos para labores estéticas; es decir todos los elementos de apoyo que faciliten la puesta en en práctica de labores tales como la poda y el modelaje.
La iniciación en el cultivo de los bonsáis suele comenzar a partir de la afición por la jardinería e indudablemente, por la atracción que provoca el encantador aspecto que presenta estas singulares plantas.
Las técnicas del cultivo básicas para el mantenimiento vegetativo de un bonsái, son las que cualquier otro tipo de plantas podrían demandar. Resulta necesaria para cubrir requerimientos esenciales, tales como la demanda de agua y nutrientes, la eliminación de plagas o enfermedades, y la preparación del substractos para llevar a cabo los trasplantes. Para ello, necesitamos herramientas un tanto peculiares, pero que podemos conseguir en nuestras propias casas, empleando objetos del entorno cotidiano que se encuentra en desuso.

- Alambre y malla de plástico.

El alambre de cobre supone una gran ayuda para sujetar el cabellón de raíces en la maceta, manteniéndolo en la posición más adecuada y evitando su desprendimiento, ya que debido a la escasa cantidad de suelo disponible y la poda a la que están sometidas las raíces, el peso de la copa crea un desequilibrio importante.
Antes de incorporar la tierra en el recipiente, es preciso situar sobre los agujeros de drenaje algún elemento que contribuya a retener el substrato. Por dicha causa, hemos de contar con malla de plástico para las bandejas de cultivo, o bien trozo de teja en los casos en que vayamos a sembrar semillas o plantas esquejes.

- Desplantador.

Esta herramienta nos permite manejar el substrato durante el transplante y llevar a cabo la preparación de recipientes, a fin de cultivar y obtener nuevos ejemplares mediante el empleo de semillas y esquejes. Conviene que tenga un tamaño reducido y que acabe en punta, pues de este modo trabajaremos con mayor comodidad, ya que los volúmenes y las superficies sobre los que vamos a emplear así lo precisó.

- Pinzas.

La utilizaremos para retirar los nuevos brotes que contribuyen a incrementar la frondosidad de la planta, pues pueden llegar a descompensar la armonía del conjunto, al tiempo que reduce el crecimiento de las principales ramas seleccionadas. Es conveniente que presenten una punta afilada y no roma, para cortar con eficacia a ras de base. Del mismo, modo son de gran ayuda para eliminar los parásitos descubierto sobre las ramas y las hojas, específicamente a las primeras fases de su desarrollo y cuando el número permita este tipo de control tan selectivo. Después de utilizar, conviene limpiarlas en agua y jabón en caso de trabajar sobre brotes, o bien con alcohol si se trata de organismos patógenos.

- regadera y pulverizador.

Ambos elementos resultan indispensables para proporcionar agua a las raíces del bonsái. La regadera ha de tener un tamaño reducido para que sea más manejable, y disponer de un orificio de salida alargado que permita llegar a la base del tronco, pero no demasiado grueso a fin de evitar que al efectuar el riego podamos arrastrar la tierra situada en las capas superficiales.
El pulverizador es de gran utilidad para suministrar agua a bonsáis cultivados en suelo muy poco profundos y de reducidas dimensiones, especialmente aquellas emplazados sobre rocas y en los que no existe la protección de un manto de musgo. Asimismo, podemos emplearlo para proporcionar una atmósfera húmeda alrededor de las ramas y las hojas de los ejemplares que lo precisen, o simplemente cuando la las condiciones ambientales resulten demasiado seca.
Las labores de limpieza y el control de plagas o enfermedades también han de realizarse sirviendonos de pulverizador. En el primer caso, útil para eliminar el polvo que se acumula sobre las hojas y perjudica la transpiración y la respiración de la planta. En segundo, se emplea con objeto de incluir plaguicidas y fungicidas diluidos en agua, con los cuales rociar las partes afectadas. Resultan de Vital importancia disponer de los recipientes diferentes a fin de no mezclar o confundir estos productos con el agua de riego, por lo que es preciso etiquetar ambos pulverizadores señalados en especial el que contiene sustancias nocivas.
En el mantenimiento estético de estos peculiares árboles, hemos de realizar labores de limpieza y aquellas que contribuyan a mejorar el aspecto y la forma del bonsái. Toda ella resulta algo más delicada, tanto por el modo de efectuar las como por las herramientas necesarias para ponerlas en práctica.

- Alambres y cuerdas.

En las primeras etapas de desarrollo de los bonsái, es muy sencillo dirigir el sentido de crecimiento del tronco y las ramas, debido a la gran flexibilidad de sus tejidos y al escaso grosor que presentan. Gracias a ello, podemos aprovechar para crear tensiones con alambres y cuerdas en aquellas partes que deseamos modificar. Los alambres pueden ser de aluminio o cobre, mientras que las cuerdas ha de estar confeccionadas con esparto o rafia. Como complemento, es recomendable disponer de parches de cuero o caucho, que sirvan de protección a la corteza, sobre todo al optar por el uso de cuerdas que ejerzan tensión sobre las ramas.

- Escobillas y Cepillos.

La limpieza con la eliminación de restos vegetales de la superficie en que se asienta el bonsái es siempre necesaria, pues el mantenimiento de la estética del conjunto forma parte del ambiente en que envuelve su existencia. Por otra parte, constribuye incondicionalmente a evitar la proliferación de agentes patógenos que pudieran afectar o perjudicar la planta.
Con la escobilla retiramos las acículas de los Pinos, los cedros y los enebros, procurando no llevarnos la tierra de la capa superficial al cepillar. Las más comunes están confeccionadas con fibras naturales, como rafia, esparto, etc. Aunque cualquiera que no resulte demasiado rígida puede servirnos de igual modo. Por ejemplo: las brochas de barnizar elaboradas con pelo de cerda con son perfectamente válidas.
En el caso del cepillo, si conviene que presente ciertas durezas, ya que su utilidad consiste en retirar los restos de suciedad y mohosidad que puede quedar adheridos a la superficie de la base del tronco e incluso de algunas ramas. El cepillo ha de ser efectivo pero sin llegar a dañar la corteza. Una de las opciones más apropiadas pasa por ejemplar un cepillo de dientes, debido a sus dimensiones y la posición en que se encuentra las cerdas y lo convierte en una herramienta más manejable y práctica.

- Pasta cicatrizante y protectora.

Una vez terminados los cortes de poda de cierto grosor, el ataque de los hongos puede ser inmediato. Para evitarlo, hemos de contar con productos aislantes que los protejan, entre los que destacan la pasta o resina cicatrizante, imprescindible en tales casos.
Por otro lado, también necesitamos mantener protegidas del exterior las zonas seleccionadas para utilizar el acodo aereo. En este supuesto no se trata de controlar una infección, sino de evitar la desecación de las nuevas raíces en crecimiento, a cuyo fin debemos utilizar trozos de plástico agujereados o lona, opacos y de entorno rectangular

- Tijeras, cuchillas y podadoras.

Para lograr el reducido tamaño de ramas, hojas y raíces tan característicos de que estas plantas, debemos disponer de accesorios cortantes que se encuentren en perfectas condiciones de mantenimiento; es decir, bien afilados y limpios. Conviene tener varias herramientas en distintas medidas y tamaños, al menos una para tallos y raíces delgados y otra que permita cortar los mas gruesos. La cuchilla, el cútter o la navaja son necesarios para terminar y retocar los cortes practicados con Las tijeras.
También podemos servirnos de estos utensilios para obtener esquejes y realizar los cortes precisos a la hora de poner en práctica la técnica del acodo aereo.

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