El Océano no solo Alberga un Pistolero, en él También se Encuentra un Astuto y Pequeño Boxeador

En este planeta cada ser vivo cuenta con un arma o habilidad que les haga posible su defensa o le permita alimentarse. Distribuidos en el océano Indo-Pacífico, se encuentra un amiguito que mide tan solo tres centímetros y que no fue dotado con ninguna habilidad especial, como el conocido “camarón pistola”, el cual posee un arma potente de naturaleza; es por ello que este crustáceo tan pequeño ha decido hacer como muchos otros, que al verse sin grandes habilidades recurren a buscar objetos que se encuentren a su alrededor para ayudarse de alguna manera, así lo observamos en el famoso cangrejo de la película animada “Moana”, dónde este se dedica a decorarse con lo que consigue a su alrededor para llamar la atención; sin embargo, el crustáceo del que les quiero hablar, lo que hace no es precisamente decorar su cuerpo, sino más bien hacer simbiosis y tomar ventaja de su entorno.

Escondido por lo general en gritas de rocas y en aguas poco profundas se encuentra un cangrejo pequeñín de color blanco con franjas rojas-marrones conocido como "Lybia tessellata" en el mundo científico o como “cangrejo boxeador”; debe su nombre a la manera tan peculiar que tiene para alimentarse o en su defecto, defenderse de depredadores. Siendo un animal tan pequeño y sin ninguna ventaja propia, este crustáceo ha optado por hacer simbiosis (cuando dos organismos diferentes se unen para beneficio mutuo) con otro pequeño animal, anémonas.

La mayoría de los cangrejos cuentan con pinzas grandes y fuertes que le hacen posible no solo sostener, sino también desgarrar; en cambio, el Lybia tessellata no tiene esta cualidad. Sus pinzas no son tan fuertes como para picar comida; es por ello que, en lugar de hacer esfuerzos en vano, el cangrejo boxeador prefiere capturar anémonas y colocarlas en sus pequeñas tenazas, este es tan perspicaz que no elige cualquier anémona como guantes, sino a las de la especie Bunodeopsis y Triactis catalogadas como unas de las más venenosas; pues poseen en sus extremidades una sustancia que puede causar gran dolor a quien tiene contacto con ellas.

En caso de sentirse acorralado, el Lybia tessellata empieza a mover sus tenazas como si fuese a boxear, con esta actitud busca ahuyentar a su atacante, en caso de que este no se asuste con el movimiento, el cangrejo boxeador opta por perforar con los tentáculos de la anémona al depredador para causarle lesiones dolorosas que lo alejen en el acto.

Te preguntarás ¿cómo funciona la relación que llevan el Lybia tessellata y la anémona capturada? Pues el cangrejo boxeador primero que nada se dedica a buscar la anémona que le ayudará durante su vida, la coloca en sus pinzas y es entonces cuando empieza el beneficio mutuo, pues este empieza a desplazarse con sus nuevos guantes mientras los agita para poder así capturar la comida con las anémonas gracias a una sustancia pegajosa que estas poseen y la cual hace posible que las partículas se adhieran a ellas y que luego nuestro amigo boxeador pueda llevárselas a la boca utilizando su segundo par de patas.

Contrario a lo que podrías pensar, la relación que poseen estos dos animales no es solo para ventaja del cangrejo pues, en este proceso las anémonas también salen beneficiadas ya que, al convertirse en una especie de guantes para el crustáceo, esta puede alimentarse a medida que va recogiendo la comida para el cangrejo; otra de los beneficios que obtiene la anémona es el hecho de que el Lybia tessellata la transporte más allá de lo que podría hacerlo por sí sola.

Resulta que los biólogos mediante el estudio de este pequeño animalito pudieron observar que el cangrejo podía tener en sus pinzas clones exactos de anémonas; es por ello que decidieron profundizar en el estudio de tan curioso caso; descubriendo con ello que, el astuto cangrejo boxeador cuando se queda sin alguna de las anémonas capturadas busca una solución inmediata, que no es más que cortar por la mitad a la que le queda en la otra tenaza, manteniéndolo en el brazo desprotegido hasta que esta se regenere. ¿acaso no te parece esto un acto digno de admiración e increíblemente inteligente?

No queda dudas de que, a mayores retos, más grandes son las soluciones que los animales pueden encontrar. Este caso observado en un cangrejo tan pequeño y sin ninguna habilidad propia es una muestra más de lo maravilloso que es el reino animal y de lo inteligente que pueden ser estas criaturas. Es un hecho innegable que la evolución ha traído consigo grandes resultados, pues a medida que se avanza en el tiempo y con las experiencias obtenidas, se van recurriendo a actos un poco extraños pero que resultan ser la solución perfecta a los posibles problemas encontrados en el camino.