Stravaganza - Capítulo 27

in #stravaganza5 years ago

-¡July! – Patty derramó lágrimas de felicidad cuando Terry le acercó a su amada July, y ella pudo finalmente confirmar, que con los cuidados que le había proporcionado Albert, la mejoría de July era notoria – Muchas gracias, señor…

-Solo llámame Albert. Y no tienes nada que agradecer, mi misión en esta vida es ayudar a tantos animales como me sea posible. Voy a ser totalmente honesto contigo, Patty. Lo mejor para July no es volverla a confinar a la clandestinidad de tu habitación, donde tiene poca luz, falta de aire fresco y un espacio limitado. Sé que la amas y no quieres separarte de ella, pero nunca va a mejorar del todo si la privas de la libertad que puede tener en este lugar.

-Si… - a Patty le costaba articular una frase entre las lágrimas que seguía derramando y la inminente posibilidad de tener que despedirse de su amada mascota. Stear se percató de dicho dilema y con timidez colocó su mano sobre el hombro de ella para demostrarle su apoyo - si crees que es lo mejor para ella, prefiero que se quede contigo.

-Siéntete libre de venir a visitarla cada vez que lo necesites. Considero que July ya está preparada para ingresar a la isla donde viven el resto de las tortugas. Conocerá nuevas compañeras, aunque tal vez al principio se sienta un tanto desorientada, estoy seguro de que conforme transcurran los días ella…

Albert seguía explicando las medidas que tomaría para lograr el rápido acoplamiento de July. Todos estaban tan atentos a sus explicaciones que el sigiloso acercamiento de Terry hacia donde estaba Candy pasó desapercibido, incluso para ella, hasta que el sonido de su voz, muy cerca de su oreja, la sorprendió.

-Luces tensa – podía sentir su mirada recorriéndola, tan pesada como si lo hiciera con sus propias manos – deberíamos hacer algo para aliviar dicha tensión.

-Por favor, Terry – sus labios apenas y se separaban, su voz, era poco más que un susurro, una auténtica súplica – no hagas nada.

-¿A qué le temes, Pecas? Nunca has querido responderme. ¿Me temes a mí, o a ti cuando me tienes cerca?

-¡Aléjate de ella! – Anthony empujó a Terry con tanta fuerza que lo hizo rebotar contra la pared posterior de la cabaña.

-¿Si no lo hago, qué? – Terry sonreía - ¿Piensas obligarme?

  • ¡Me tienes harto! Tu sola presencia es repugnante y no haces más que molestar a Candy. ¡No voy permitir que sigas incomodándola de esa manera!

-A Candy no le molesta mi presencia, ¡te molesta a ti! Así que deja de fingir que armas este escándalo por ella. Mejor aclárame cómo pretendes impedírmelo.

-Aquí no, Terry – Albert tomó a Terry por el brazo impidiendo que se quitara la chaqueta con obvias intenciones de responder a la agresión de Anthony.

-¿Pretendes que me quede así? ¿Sin hacer nada?

-Pretendo que respetes mi hogar, y mi lugar de trabajo. No creo que quieras ocasionarme problemas.

-¡Por ti! – sentenció Terry mientras volvía a colocarse la chaqueta, con el objetivo de dejarle en claro a todos los presentes que la única razón que lo detenía a “arreglar las cosas”, a golpes, era el respeto que sentía hacia su amigo.

Se dirigió a paso firme con dirección a la puerta del recinto, Anthony le gritó:

  • Es una pena que esta oportunidad de fastidiarnos se te haya echado a perder.

-“Oportunidad” ¡Ja! – Soltó una estruendosa y burlona carcajada – No me preocupo, soy experto en crearme mis propias oportunidades, ¿verdad, Candy?

-¿Qué quiso decir, Candy? – cuando horas antes Anthony le exigiera una respuesta a dicha pregunta, su tono había sido amenazador dominado por la rabia; ella optó por guardar silencio, cualquier cosa que dijera, fuera falsa o cierta, solo incrementaría el enojo de Anthony. Él no pudo soportar aquel silencio tan subjetivo y se marchó. Stear y Archie se disculparon por dejarlas en el zoológico, pero alegaron que preferían acompañar a Anthony y averiguar si podían lograr tranquilizarlo. Y aunque la plática de Albert era amena y la compañía de sus amigas la confortaba, Candy no dejaba de pensar en Anthony, en Terry y en toda esa vorágine de acontecimientos que se habían suscitado desde que el destino decidió unirlos a los tres.

El tono de Annie al realizarle la misma pregunta era distinto, sin nota de reclamo ni juicio alguno, ni siquiera malsana curiosidad, se trataba de una genuina preocupación de amiga. Y ahí, en la intimidad de su habitación, Candy se atrevió a sincerarse.

-Quiso decir que, aunque yo me haya autoimpuesto el firme propósito de no verlo, de dejar de pensar en él, él siempre encuentra la forma de volver a aparecer.

-¿Cómo hizo hoy?

-No lo sé, es decir, Terry sí es amigo de Albert, pero, desconozco cómo, Terry siempre se entera de todo lo que pasa o pasará en este colegio, sospecho que se enteró y…

-Se apareció para fastidiarlos.

-Apareció para confrontarnos, lo que lleva tiempo deseando hacer.

-Sospecho que hay mucha más historia en esto – observó Annie.

-Demasiada, en tan corto tiempo.

-Lo sé, soy una persona terrible – comentó Candy avergonzada al terminar de relatarle a Annie todo lo que había ocurrido con Terry hasta el momento – lo único que no puede decirte, es de qué se trata el secreto de Terry y ruego que puedas comprenderme.

-No te preocupes, lo entiendo, se trata de su privacidad y no me gustaría que él se enterara alguna vez que anduve husmeando en eso. Pero con lo que me has contado puedo comprender muchas cosas. Terry te quiere, Candy.

-Albert dice lo mismo, pero yo…

-Pero tú te niegas a creerlo. Porque si lo hicieras, no existiría freno alguno para dar rienda suelta a lo que tú también sientes por él. La realidad es evidente, Candy, y tú debes decidirte.

-¿Decidir qué?

-A quién de los dos amas más.

Candy abrazó con fuerza el enorme almohadón y hundió el rostro en él para después caer lentamente sobre su costado derecho encontrando freno a su caída en la suave cama.

-Decídete – la animó Annie después de quitarle el almohadón en el que Candy pretendía perderse.

-Estar con Anthony es lo que siempre había deseado.

-Lo que siempre habías deseado, hasta que conociste a Terry. Dime, -Annie sonreía - ¿cómo es?

-¿Qué cosa?

-Que el chico que te gusta te bese.

-¡Annie! ¡Eso es algo que me remuerde la conciencia de manera terrible!

-Y que estoy segura que disfrutaste a montones.

-¡Por supuesto que no! ¿Cómo podría? Terry es…

-¿Increíblemente apuesto y tiene ese no sé qué que trae locas a todas las chicas de esta escuela? ¡Tremendo martirio!

-El “hecho” como tal no fue un martirio, pero el remordimiento de conciencia me está matando.

-Del remordimiento de conciencia ya me contaste, te creo y acompaño en tu dolor. Pero del “hecho” como tal, eres una egoísta por no compartirme detalle alguno – Annie fingió un puchero de indignación –, está bien, no me cuentes nada. Te perdono solo porque gracias a ti espero poder experimentar ese “hecho” en un tiempo no muy lejano.

-¡Annie! – Candy estaba cada vez más sorprendida de ésta nueva versión de Annie, más intrépida y decidida - ¿Quieres decir que Archie y tú…?

-¡Me pidió que comenzáramos a salir! Bueno, ya sabes, salir en este encierro es un decir, pero, veros todas las tardes, charlar, cosas así. ¡Dios, Candy, Archie es tan apuesto! ¡Un verdadero caballero! Su forma de hablar, de moverse, ¡de sonreír!

-Te tiene fascinada. Me alegro mucho, por ti, por ambos. Y sí, coincido con tu percepción, Archie es un verdadero caballero. Tal vez puedan verse en América, durante las festividades.

-¡Claro que no! Me quedaré aquí, con ustedes.

-Sabes que no tienes que hacerlo, Annie.

-¡Quiero hacerlo, Candy! ¿No te entusiasma la idea? Será como en los viejos tiempos, aquellas hermosas Navidades que pasamos en el hogar de Pony, y ahora con Patty, será mucho mejor.

-Estoy segura de que la pasaremos de maravilla.

-Debo irme Candy, pero recuerda, tienes que decidirte.

“Decidirte”, decidirte a hacer lo correcto, pensaba. Decidirte a honrar tu promesa, decidirte a no verlo más. Lo último sería lo más sencillo, por lo menos en durante las vacaciones. Descansaría de las inesperadas apariciones de Terry, descansaría de los reclamos de Anthony y finalmente se dedicaría únicamente a estudiar, aunque extrañaría la ayuda que Terry le brindaba en el estudio.

Pero sin duda alguna, era lo mejor, tal vez la soledad la ayudara a aclarar sus ideas y fortalecer su determinación.
Anthony no estaba de todo conforme con aquella separación temporal, temía que la distancia terminara con la relación que había estado en constante riesgo desde que ingresaron al colegio. Solo se consolaba pensando que si él no iba a estar cerca de Candy, Terry tampoco, al parecer se había marchado del colegio un par de días antes que el resto de los estudiantes, abusando como siempre, del trato preferencial que se le brindaba en ese colegio.

Anthony se despidió de Candy en la puerta del colegio. No podía encontrar las palabras adecuadas para aquella extraña situación, no quería decir nada que pudiese aumentar la tensión entre ellos.

-Promete que me extrañarás – se limitó a decir el deseo de su corazón.

  • Lo prometo.

Colocó un tierno beso en la mano de Candy y abordó el automóvil con la insignia de la familia Andrew que lo llevaría, acompañado de sus queridos primos, hasta el puerto. Candy permaneció agitando la mano como señal de despedida hasta que el vehículo se perdió de vista.

Annie y Patty dijeron que le organizarían una sorpresa para levantarle el ánimo, se metieron de contrabando a la cocina con la intención de convencer a la vieja y amable cocinera para que adecuara un poco el menú de la noche y les permitiera llevarse la cena a la habitación.

El colegio era realmente hermoso. Candy pesó que debido a la aversión que le provocaba aquel centro de estudios, su marcad clasismo e incontables reglas, nunca le había permitido observar a detalle la belleza e imponencia de aquellos magnánimos edificios. Pero ahora que recorría los pasillos en completa libertad, sin el temor de sufrir los acosos de Neal Leagan, ser objeto de burla de las constantes humillaciones de Eliza, o hacerse acreedora de un nuevo castigo por romper alguna absurda regla, se daba cuenta que cada vitral, cada puerta, cada loseta del piso, hacían maravilloso aquel lugar.

Incluso llegó a sentirse feliz de estar ahí. Caminaba regodeándose del sonido casi musical que producían sus pasos al caminar por pasillos vacíos. Extendió la mano izquierda para acariciar las paredes, ventanas, y puertas que se atravesaban en su andar y cerró los ojos para disfrutar todavía más aquella nueva experiencia sensorial.

Una mano desconocida la jaló al interior de un aula vacía.

Echó cerrojo antes de quitarse la capucha, Candy estaba a punto de gritar cuando unos labios muy conocidos ahogaron su solicitud de auxilio.

-Hola, Pecas – su burlona sonrisa se asomaba debajo de aquel semi delictivo atuendo.

-¡Terry! ¿Qué haces aquí?

-¿Contenta de verme?

-Más bien sorprendida. Creí que pasarías las vacaciones con tu familia como el resto de los estudiantes.

-¿Cuál familia, Candy? – Se despejó de la capucha dejando a la vista de quien deseara hacerlo, aquel precioso rostro cuya fuerza casi mágica, Candy trataba de resistirse con todas sus fuerzas - ¿La madre que me niega? ¿El padre que ha expresado preferir tener un primogénito muerto? ¿O la madrastra cuyos episodios de migraña se incrementan con mi sola presencia? Confieso que la última opción en alguna época me pareció divertida, pero ha perdido la gracia con el tiempo.

-Pero dijiste qué…

-Sé lo que dije, que en Navidad mi padre acostumbraba a darme el dinero necesario para largarme a cualquier sitio del mundo que se me antojara ir con tal de que mi presencia no arruinara su alegre convivencia familiar. Bueno, Pecas, pues resulta que el único lugar del mundo donde realmente deseo estar, es aquí, contigo.

¿Creíste que me iría del colegio en vacaciones, Candy? ¡Lamento tanto la confusión! Ya que probablemente de haberlo sabido, eso hubiese afectado tu decisión de quedarte. Y estoy seguro de que Anthony Brown partió tranquilamente a América con la misma errada idea en la mente. - De nueva cuenta esa retorcida forma de manipular a las situaciones y a las personas. En efecto, de haber sabido que él también se quedaría ella habría decidido no quedarse, o Anthony se habría rehusado a marcharse.

¿Qué puedo hacer para demostrarte lo apena que estoy por esta terrible confusión, mi amor? - Terry se percató de su enojo, pero como en realidad él no esperaba una respuesta, levantó a Candy entre sus brazos para colocarla sobre el escritorio – Para que me perdones – tomó el rostro de ella entre ambas manos – y te alegres aunque sea un poco de éste curioso giro del destino.

Pídeme lo que quieras, soy todo tuyo.

Sort:  

Wow!! Mi corazón se agita!! ❤️ Pobre Candy, por cual decidirse!? 🤔 Kamy!! Hermoso capítulo!! Espero con ansias el siguiente!! 😘😘😘😘😘

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