Lo que Pasa en las Aulas de Clases Venezolanas (Crisis)

Para quienes me lean por primera vez y se pregunten: ¿Por qué esta persona comienza su primera publicación escribiendo sobre "Lo que Pasa en las Aulas de Clases Venezolanas"? Permítanme responderles que uno de los motivos por los cuales me interesé por Steemit es porque me permite escribir con libertad sobre asuntos de diversa índole, desde políticos y sociales hasta románticos y religiosos, asegurándome un cierto número de lectores que espero y les agrade lo que publico. 

En esta primera oportunidad decidí comenzar exponiendo una realidad que día a día golpea las puertas de los salones de clases venezolanos, a saber: la soledad y la desmotivación. Para el mundo ya no es un secreto que la realidad del venezolano corriente es una tragedia de corte edípico, donde el éxtasis de felicidad lo puede proporcionar el descubrimiento de un trozo de alimento en una bolsa de basura. 

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Como si fuera poca cosa, día a día mueren una gran cantidad de "personas", entiéndase, de "seres humanos" por desnutrición, por asesinatos, por falta de medicamentos y hasta por la deficiencia del servicio público de electricidad, que falla en pleno desarrollo de una intervención quirúrgica. Los hospitales en funcionamiento, vistos desde fuera, parecen simplemente un conjunto de escombros semi-acomodados y, desde dentro, da miedo sólo describirlo. 

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La situación se vuelve cada vez más complicada y, diariamente, la presencia de electricidad en un hogar sorprende poderosamente a sus habitantes, pues pueden pasar hasta 16 horas sin luz y nadie se pronuncia al respecto. 

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Sin embargo, quien aquí les escribe lo hace para denunciar, no aquello que los organismos internacionales (como la Organización de Estados Americanos) u organizaciones no gubernamentales ya han hecho, sino aquello de lo que poco se habla por no tener, según algunos, la trascendencia de los otros problemas: La crisis universitaria. 

Podría enfocarme, sin encontrar muchas dificultades, en los problemas escolares, pues imparto clases en un colegio y llevo a flor de piel los inconvenientes que rondan los pasillos y salones de éstos. Sin embargo, el motivo por el cual, en esta oportunidad al menos, me centro en la crisis universitaria es porque, como estudiante del último semestre de la carrera de derecho que soy, me encuentro completamente preocupado de la misma. Desde hace un año que las esperanzas del venezolano de tener una Venezuela libre y con un futuro próspero se vieron frustradas por la mala diligencia opositora conjugada con el atroz atropello del régimen, lo que ha llevado a la gran mayoría a plantearse la posibilidad de salir del país. 

No fue hace mucho cuando los valientes estudiantes de las diferentes universidades de Venezuela salieron a la calle a protestar por un país mejor: donde el salario alcance para los alimentos, donde conseguir medicinas no sea una búsqueda implacable, donde la luz no falte por horas, donde la seguridad personal no sea un lujo, donde sobrevivir no sea la regla sino la excepción... Pese a esto, la respuesta del Gobierno contra quienes protestaban fue violentísima, dejando un saldo de más de 130 estudiantes muertos, quienes en las manifestaciones sólo se defendían con un escudo de cartón.

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El recuerdo de haber rozado la libertad de nuestro país con la yema de los dedos y haberla perdido, proporciona uno de los sabores más amargos que se puedan tragar. Y fue justamente esa pérdida la que conllevó consigo la salida de miles de venezolanos al exterior. Médicos, abogados en ejercicio, ingenieros de todo tipo, arquitectos, comunicadores, diseñadores, cocineros, por nombrar sólo algunos, son los que han pisado otras fronteras con la finalidad de quedarse... Y muchos se preguntarán: ¿Qué pasará con Venezuela? ¿Serán los estudiantes quienes alzarán de nuevo su voz? La respuesta, lamentablemente, es muy triste. 

Los pasillos de la universidad, transitados por años, pisoteados con la energía del estudiante que sueña con un futuro mejor, corridos por los típicos alumnos que retrasaron la alarma de la mañana "5 minutos más" y vuelan por llegar a tiempo a su clase, han comenzado a ser acariciados por la suave y fría brisa que sopla por las tardes cuando ya nadie camina por allí. Las aulas de clase, acostumbradas al ruido de las conversaciones de decenas de estudiantes y a la motivadora y fuerte clase de un profesor enamorado de su cátedra, se han quedado afligidas ante el olvido de quienes en el pasado fueron sus estudiantes. Las ferias de comida, dónde el amor afloró más de una vez en el corazón de un estudiante, no cuenta hoy en día con sillas donde sentarse... ¿Y... qué pasará con el futuro de Venezuela? preguntan algunos, y les respondo: No lo sé. 

¿Qué pasará con esos pocos estudiantes que se gradúan de la universidad? ¿Se irán del país como el resto? me toca decir que es lo más probable. Y es una lástima que Venezuela pase por esta situación, sobretodo teniendo personas con tanto potencial académico y profesional. Es una lástima que no parezca haber una salida pronta a la crisis que se está atravesando. Es una lástima que la crisis de Venezuela haya tocado la puerta de nuestras aulas de clases y se le haya abierto la puerta. 

No son sólo los estudiantes desmotivados, es también los profesores que no tienen qué comer. Es el alumno que no tiene transporte público para llegar a la universidad. Es la institución que no cuenta con los recursos para mantenerse a sí misma. Es la falta de luz que no permite muchas veces el desenvolvimiento de las cátedras. Es, en general, toda una crisis económico-social que está afectando cada vez más.

El Gobierno NO quiere aulas de clases abiertas, no le interesa que las personas estudien y se formen, mucho menos que aprendan a diferenciar lo que es de lo que debe ser. Es por eso que, en medio de esta crisis donde nadie alza su voz, vengo con este mensaje a tratar de describir muy someramente una grave situación que está afectando a mi país: Las universidades se quedan sin alumnos, de la misma forma en que los alumnos se quedan sin comida, el hospital sin medicamentos, y la vida sin sentido. Vale la pena, por muy caótico que parezca, entender lo que nos está pasando para tratar de buscar soluciones en base a ello, las cuales compartiré en otra oportunidad con ustedes para no hacerles más larga esta publicación.

Espero que pronto pueda escribir una publicación que sea completamente opuesta a esta. 

Para quienes no conocen mucho sobre la situación de Venezuela, espero poderles haber brindado un poco de información general de ella y que les sirva para entenderla mejor.