El viejo cincel
Fuente
Un viejo diccionario de la Real Academia estaba dormido, echado como un perro viejo en el mismo sitio donde él lo dejó; sintió deseos de tocarlo, de buscar una palabra cualquiera, como el que saluda a un amigo que tiene tiempo que no ve.
Para todos esos profesores y alumnos él era ahora un desconocido.
Una Academia sin memoria es cruel.
Entró a la Dirección a pedir una constancia de trabajo, la profesora encargada lo atendió sin mirarlo y le dijo que regresara en quince días.
Salió en silencio, las paredes se excusaron con él y bajaron la cabeza avergonzadas, las huellas de los pasamanos en las escaleras se reencontraron con el viejo cincel que fabricaron sus formas años tras años.
Llegó a la planta baja y volteó a mirar lo que fue su razón, sintió en la garganta la amargura de haber perdido su vida.
Gracias, @solperez, por tu post, aunque este relato nos trae nostalgia, nos trae recuerdos propios y de otras personas, caras conocidas ya ajadas por el tiempo y la experiencia. Lamento tanto que así nos veamos todos los que vivimos la experiencia docente y que estamos ya jubilados. Te abrazo.
Hermoso y emotivo texto, mi querida @solperez. En verdad, el trato de la universidad como institución, y de los que en ella trabajan, suele ser muy desatento e ingrato con los que han sido formadores de sus egresados y sostén por mucho tiempo de la actividad universitaria. Alguien que dio gran parte de su vida a mantener vivo el espíritu académico universitario no podrá nunca olvidar ese otro hogar. Gracias. Un abrazo.
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