Lo que sucede es que el poder de la palabra es inmenso, y quienes tienen ese don deciden cómo usarlo. Lamentablemente, muchos lo usan para manipular, utilizando el infalible truco de adular a las personas haciéndolas sentir bien y con falsas promesas. Los más vulnerables son los faltas de afecto, los depresivos y los incultos. Gracias por invitarnos a hacer estas reflexiones.