La mente de Daniel no lo dejaba en paz. Tenía constantes debates internos que lo mantenían exhausto. No era capaz de levantar cabeza, la rutina le cansaba, a penas podía dormir una o dos horas, las calificaciones bajaron y comenzó a tener ideas que antes ni hubiera imaginado. Lo peor para Daniel era sentirse solo cuando estaba rodeado de personas.

Las mañanas eran fuertes, le costaba mantenerse despierto, mirarse en el espejo le producía ganas de vomitar y no había una actividad que le generara pasión. Aún así, sacaba fortaleza para ir al colegio, 'una día más, un día menos' se repetía en la cabeza. Si podía encontrar un pensamiento que lo mantuviera de pie en las horas de clase sería suficiente. En el fondo, no quería preocupar a sus padres, aunque estos siquiera prestaban atención. No prestaban atención cuando dejaba el desayuno completo, no prestaban atención cuando duraba horas en la ducha, y mucho menos prestaban atención cuando el dolor interno pasaba a ser externo.

En el colegio no era diferente. Llegaba a un punto donde solo quería encerrarse en los baños y llorar durante horas. Pensó que si quizá se perdía unas dos o tres clases alguien vendría a su ayuda, sería capaz por fin de tener una mano amiga, que le tendiera la mano y le dijera que todo estaría bien. Pero no pasó, jamás sucedió. Cada persona estaba en su mundo, y el mundo de Daniel tenía tormentas y huracanes categoría 5.

En el pasado lo llamaban el genio de las matemáticas, dado que era capaz de resolver cualquier ecuación en cuestión de segundos. No es una locura decir que se 'tragó' cada libro relacionado con las ciencias de matemática, pero ahora le costaba hacer incluso una suma. Su mente no se concentraba, no entendía bien los conceptos que antes le resultaba facil. Todo era difícil para él ahora, incluso su vida.

La última vez que tuvo un amigo en realidad lo apartó. Se culpaba a si mismo por sus cambios de temperamento. Sabía que era hostil, pero no sabía la razón por la que cambiaba de repente. Intentó por un tiempo mejorar, pero luego dejó de buscarle la vuelta. Simplemente lo dejó pasar. Cometió el peor error que todos podemos cometer, acostumbraste a estar solo. Comía solo, escuchaba música solo, se sentaba lejos de la pizarra y rara vez soltaba una palabra. Solo las necesarias.

La primera vez que Daniel se auto-lesionó fue por curiosidad. Quería saber lo que se sentía porque lo leyó en Internet, se lo pintaron como una de las alternativas para evitar la realidad. Era una manera de drenar tanta tristeza y soledad. Comenzó como un pequeño corte que se multiplicó en varios por todos los brazos y muslos. Hasta el punto en que tenía que usar sudaderas para ocultar sus cicatrices. Sin embargo, las que más daño le hacían a Daniel eran las internas, las que rasgaban el alma.

No fue hasta que tocó fondo cuando Daniel pensó por primera vez en la palabra con 'S'. El momento en que el huracán categoría 5 de su interior pasó a ser una catástrofe. Las lagrimas eran casi tsunamis que traspasaban sus ojos y chocaban contra el suelo. La soledad era tan devastador que no podía sostenerla y ya solo quería dejarlo pasar. Aún, en su dolor, pensaba en las personas que quería. ¿Se preocuparían por él? ¿Llorarían por él? ¿Notarían su ausencia? era lo único que le pasaba por la mente.

Sin embargo un día no pudo más. Lo dejó ir. Tocó la luz en el fondo. Permitió que lo abrazara, que lo llenara con su calidez, le decía que todo estaría bien, solo tenía que dejarse envolver. Y entonces para Daniel el huracán interno se detuvo, había escampado.

Hoy, en el día mundial para la prevención del suicidio quise hacer un relato crudo para mostrar lo que podría ser la mente de una persona que atraviesa estos momentos tan duros. También es un llamado para las personas que todavía no creen o no conocen la gravedad de no tener una buena salud mental. Es momento de notar los cambios de las personas. Un hombre o mujer, adolescente o niño no cambia de repente, es nuestro deber estar atento a esas pequeñas señales (cambios de autoestima, llanto y depresión, dificultad para realizar tareas que antes le resultaban facil, comportamiento hostil, y distanciarse) La depresión es algo serio, no es una moda ni nada por el estilo, nosotros podemos ser quienes salven a una persona.